sábado, 6 de septiembre de 2008

"Ni se les ocurra..."

            ¿Recuerdan? El grito de Luis D’Elía convertido en “slogan” de los afiches kirchneristas cuando al gran charlatán se le ocurrió calificar de “golpista” la resistencia del campo a su ofensiva cleptómana...

            Sonaba amenazante. Y está bien que así fuera, en la tosca lógica del rudimentario esquema del “poder K”. Aún con los dislates, la incapacidad, la corrupción, la soberbia y la desvinculación de la realidad, se trataba –se trata...- de un gobierno que ha cumplido con los ritos formales de la democracia y que, para finalizar, debe cumplir su mandato, ser destituido por Juicio Político, o eventualmente ser su Jefe de Gabinete de Ministros objeto de una Moción de Censura, con la consencuencia inexorable de una administración de base parlamentaria (art. 101 CN de la Constitución reformada) cohabitando con el Poder Ejecutivo electo. Son las únicas alternativas posibles en el marco constitucional que los argentinos venimos intentando consolidar desde hace un cuarto de siglo.

            El recordatorio viene a cuento de la proliferación de rumores sobre la posible finalización del mandato por renuncia y auto-exilio de la pareja presidencial, ante las graves dificultades económicas, sociales y políticas que se avecinan y se extenderán por los próximos dos años. Desde esta columna, que ha sido persistente y coherente en su crítica irreductible a la administración “K” desde el 2003 hasta hoy, le advertimos con claridad: Señora presidenta, ¡ni se le ocurra!

            El país no les tolerará una huida. Mal que le pese, tendrá que cumplir su obligación constitucional y guiar a la Nación a través del campo minado que nos dejó su marido, no sólo a usted, sino a todos los argentinos. Aislados del mundo, subordinados a las dislocadas aventuras caribeñas, sumergidos en una orgiástica violencia cotidiana, inmersos en las redes de narcotráfico a las que agregó las fábricas locales de narcóticos organizadas por los aportantes a su campaña electoral y protegidas por sus funcionarios, presenciando la mayor corrupción sistémica de la que se tenga memoria, sufriendo nuevamente la inflación que habíamos desterrado hace tres lustros, soportando los recreados enfrentamientos entre argentinos que habíamos superado hace años, perdida una oportunidad histórica como no se daba desde hace más de ocho décadas... todo eso es lo que su antecesor le provocó al país y que es su responsabilidad corregir.

            No se escapará, porque no la dejaremos. Al menos, hasta que los argentinos hayamos construido la opción de relevo, que –no le quepa duda- llegará. No antes. Porque tampoco toleraremos que su incapacidad nos deposite nuevamente en un regreso al pasado golpista de la pesificación asimétrica, el robo a los salarios y ahorristas, a la reiteración de la defraudación a quienes le han prestado al país luego de haber sido robados, o a la expropiación de ingresos de los argentino que invierten a través de una nueva macrodevaluación. Todo indica que eso se está fraguando en su propio partido.

            Señora: ¡ni se le ocurra! A pesar de nuestros propios afectos y gustos, a pesar de nuestra discrepancia con su estilo soberbio y sus modales maleducados, a pesar incluso de nuestros propios instintos primarios de autodefensa de la integridad sicológica, le exigiremos que termine su mandato. Porque aunque descontemos que será un tiempo perdido para la historia chica de la Argentina, la experiencia política que están haciendo los millones de compatriotas que la votaron será imborrable para la historia grande del país y ayudará a que, en adelante, se piense y se jerarquice más el instrumento del sufragio, que tanto nos costó conseguir hace casi un siglo.

            No le quepa duda: nos libraremos de usted. Pero será por elecciones, en el momento que dispone la Constitución. No por el atajo golpista de sus “compañeros”.

 

Ricardo Lafferriere

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