martes, 19 de noviembre de 2013

De vuelta

                Al fin, se develó la incógnita, alimentada por infinidad de rumores de todo tipo que inundaron la red. La presidenta volvió. Tranquilizadoramente tranquila.

                No sólo ella. Volvió también a ocupar la segunda autoridad constitucional del Poder Ejecutivo, la Jefatura del Gabinete de Ministros, quien ya desempeñara esa función durante la presidencia de Eduardo Duhalde, Jorge Capitanich. Todo un símbolo.

                Pero zafó Moreno. No está claro si con el mismo poder, porque la entronización ministerial de Axel Kicilloff no anuncia una convivencia tranquila. Sin embargo, el desplazamiento de Marcó del Pont del BCRA es una noticia que pareciera inclinar la mirada presidencial sobre la inflación hacia la interpretación de la Secretaría de Comercio: la culpa la tiene el Central.

                Sin embargo, la entronización de Fábrega en el BCRA –al igual que la de Capitanich, y en menor medida la del propio Kicilloff- acercan al gabinete un matiz más profesional, aunque en el caso del Ministro de Economía fuertemente teñido por el  ideologismo de mediados del siglo XX.

                Ciertamente Capitanich refleja mayor capacidad y solidez política que su antecesor, tanto como Fábrega acarrea una veteranía adquirida en una larga carrera en el Banco de la Nación. Y la llegada de Carlos Casamiquela –actual titular del INTA- al ministerio de Agricultura le quita también a la conducción del sector la arista agresiva y contaminada de sospechas del ministro cesante.

                Lorenzino –a diferencia de Juan Manuel Abal Medina- participa en la primera etapa de los anuncios como desplazado hacia una función menor, pero con una perspectiva de un retiro dorado: la Embajada ante la Unión Europea, en Bruselas. No pareciera indicar la continuación de la influencia del Vicepresidente,  complicado en la Justicia cada vez más por sus andanzas.

                ¿Habrá más novedades?  Las que se esperaban indicarían un cambio tal vez demasiado profundo para el capital simbólico del “relato”, y quedan como una incógnita: Moreno y el propio Timmermann.

El retiro del primero implicaría un abandono definitivo de la caricatura discursiva, y el del segundo de otra caricatura, la del alineamiento internacional con el declinante espacio de los “autoexcluídos”, en los que el mayor exponente –Irán- se ha embarcado en una interesante experiencia de negociación con el “demonio imperialista” –EEUU- y el latinoamericano más destacado, el presidente Maduro de Venezuela, no deja de brindar semanalmente esperpénticos espectáculos escasamente atractivos para las mayorías electorales de los países de mediano desarrollo.

                No pareciera que debieran demorarse medidas destinadas a enfrentar el tema energético, cada vez más grave, relacionado con la gestión del Ministro de Infraestructura, ni con la inflación. Lo único visible sobre este último tema es la continuación –por ahora- del gendarme de precios, que es injustamente castigado como responsable de un tema que tiene su origen en áreas totalmente alejadas de su influencia –la elefantiasis del gasto público- claramente generado por las decisiones de la propia Presidenta.

                En síntesis: podría haber sido peor. Como primer gesto, es tranquilizador para el país. No parecieran haber triunfado los loquitos. Lo que podría ser una mala noticia para quienes esperan lo peor –porque creen que es mejor- es, sin embargo, una relativamente buena noticia para el país, bastante cercado por otras malas nuevas como para alegrarnos de sufrir mayores males propios.

                Lo que llega de afuera, efectivamente, como consecuencia de medidas tomadas por la presidenta antes de su reconversión racional, no es bueno. Ni el nuevo fallo de la justicia norteamericana que nos acerca más a la complicación grave en el tema de la deuda externa en default, ni la declaración del Secretario de Energía norteamericano brindando su obvio respaldo al reclamo de REPSOL por la infantil confiscación de YPF, ni la oposición uruguaya a la postulación de Susana Ruiz Cerrutti a la Corte Penal Internacional, ni la decisión española de suspender sus compras de biodiesel. Temas que siguen pendientes y que deberán enfrentarse, gústese o no, en los próximos días.

                Ahí se verá si la insinuación racional que conllevan los primeros cambios se reflejan en continuidades más tranquilizadoras, o si se retrocede hacia la caprichosa insistencia en creer que, a diferencia de la convicción aristotélica de Perón, la realidad no es la “única verdad” sino apenas un invento de los gorilas. Y de la “corpo”, que ahora parece que es amiga.


Ricardo Lafferriere

                

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