PASO: ¿Qué cambió?
Si bien desde la perspectiva de la ubicación política tradicional
desde la que cada uno lo observe el resultado de las PASO puede aparecer
rupturista “sistémica”, en realidad también muestra una realidad de cambio de
paradigma en la opinión pública que pugna por instalarse desde hace tiempo.
Horacio Rodríguez Larreta juntó a toda la
"coalición" que ha gobernado el país en forma directa o indirecta en
las últimas décadas y que no apoyaban a Massa y el saqueo kirchnerista. Contó
con el apoyo de “empresarios” (comillas a propósito, muchos de los cuales
también apoyaron a Massa), dirigentes políticos de "izquierda, centro y
derecha" -Carrió, Ocaña, Morales, Manes, María Eugenia Vidal, Esper,
Pichetto, Storani, Lousteau, la mayoría de la nomenclatura radical y los
futuros gobernadores y "cuasi-goberndores" de JxC, y hasta varios
sindicalistas amigos-. Con todo ese apoyo, abrumadoramente masivo en apariencia,
logró interpretar apenas al 10 % del electorado argentino.
En el conjunto electoral de Juntos por el Cambio una
característica intrínseca es el ejercicio de la autonomía crítica de
pensamiento y acción. La escasa performance de HRL indica claramente el error
conceptual y de análisis de todas esas estructuras. La mayoría electoral de JxC
sabe y es consciente que son imprescindibles reformas -económica, sindical, del
Estado, rentística, del sistema de salud, de la educación y el ajuste de los
sistemas de seguridad-represión del delito-, de la defensa nacional y de las RREE que no aparecían claras en un
relato que parecía armado más para un país europeo sin problemas de convivencia
que para una Argentina en caída libre.
El relato de HRL pasó por alto los dramas terminales a que
han conducido a la Argentina los patrones tradicionales del modelo “nac &
pop”, en el que muchos en mayor o menor medida hemos sido formados. Ahí está la
clave, en comprender e interpretar el agotamiento de una forma de interpretar
el país propia del siglo XX pero inaplicable para el siglo XXI y no en el
amuchamiento del "70 %" de las dirigencias de ese país del pasado.
Patricia Bullrich, a su vez y en cambio, debió lidiar entre
la tensión de proponer con claridad las medidas necesarias por un lado pero de
mantener la cohesión de JxC sin romper dialécticamente con HRL por el otro, lo
que significaba un lastre para su arsenal propositivo, habida cuenta que, de
cara al objetivo inmediato -ganarle al kirchnerismo- la herramienta de JxC era
y sigue siendo fundamental, sin que sea admisible ponerla en riesgo.
Ésto dejó el campo libre para Milei, quién desde un enfoque escasamente republicano, desplegó una serie de consignas de fuerte llegada al “gran
público” de clases medias. Productores y trabadores, desde "los que
pagan", hastiados de no poder invertir, trabajar, exportar, producir ni
planificar nada a futuro hasta los que “quieren construir sus vidas” pero son víctimas
de una situación absurda de combate a la iniciativa emprendedora, al ahorro, al
trabajo y a cualquier posibilidad de construir el futuro propio, de su familia
o para sus hijos. Y aún de arriesgar sus vidas en la ruleta rusa en que se ha
convertido la Argentina.
Los dos meses que vienen de campaña electoral mostrarán si
JxC logra expresar con claridad y vocación republicana las medidas necesarias
para detener la caída libre argentina y relanzar el país hacia un proceso de
crecimiento económico en el marco del estado de derecho. De hacerlo, tiene
chances de recuperar a sus votantes que se abstuvieron, a los pocos de sus
simpatizantes que votaron a Milei, y a mostrar que es posible un cambio de
rumbo dentro del marco de la Constitución y las leyes.
En otras palabras: las PASO, al margen de los peronistas
tradicionales desencantados que quisieron castigar al kirchnerismo votando por
Milei, demostraron que los argentinos que constituyen la base electoral “dura”
y la afín a Juntos por el Cambio quieren un cambio profundo de paradigma
nacional retornando a los principios constitucionales tanto en lo económico
como en lo político. En las jornadas electorales que vienen deberán decidir si lo
quieren en el marco de la seguridad que otorgan la Constitución y las leyes en
una república democrática, o si prefieren avanzar en ese cambio en la
incertidumbre de las formas, derechos y garantías de un proceso tumultuoso de
transcurso y final inciertos.
Lo que sí marcaron las PASO es el fin de un paradigma y la
puja de otro por su nacimiento. El que terminó es del país encerrado,
chauvinista, corporativo, rentista, populista y a la postre tramposo, que premia la picardía
y condena al que trabaja o invierte. El otro, el que hizo grande a la Argentina
cuando lo fue y que estamos a tiempo aún para retomar, tampoco es ningún
secreto. Lo han asumido la gran mayoría de los países del mundo con los que
alguna vez compartíamos espacios de vanguardia.
Ricardo Lafferriere