Es Macri, pero es la Argentina.
Es la Argentina, pero es Macri.
Las distinciones recibidas por el presidente de la República
en la Cumbre del G 20 ubican nuevamente a nuestro país en una senda de
respetabilidad y reconocimiento internacional singularmente prometedor.
Obama, Xi Jinping y Vladimir Putin, no se destacan,
precisamente, por regalar elogios.
El primero: “Felicito al presidente Macri por el rumbo que
le está dando a la economía argentina”.
El segundo: “Celebro que hayan vuelto al mundo”.
El tercero: “Estamos listos para avanzar en los acuerdos
entre YPF y GASPRON”; “Sabemos que próximamente la Argentina presidirá el
Mercosur y queremos avanzar con el acuerdo de cooperación comercial y económica
con la Unión Económica de Eurasia”.
También las reuniones bilaterales con el presidente de la
India, el jefe de gobierno español y directivos de importantes empresas chinas
que anunciaron inversiones importantes en sus filiales en Argentina, señalan el
espíritu positivo con que se ha recibido en los ámbitos de decisión más
importantes del mundo la transformación que se está produciendo en la economía
y la política argentinas.
El presidente, por su parte, ratificó la identificación de
la República Argentina con las metas del G-20 –firmadas en Londres en el 2009-
entre las cuales el desarrollo económico, la protección ambiental, la lucha
contra el terrorismo y el trabajo conjunto por la equidad económico-social son
ejes destacados.
Ese acuerdo fue firmado por nuestro país durante la
presidencia de Cristina Kirchner, quien aunque concurrió a esa reunión y no lo
firmó personalmente, dio instrucciones al Canciller que así lo hiciera, luego
que ella se retirara anticipándose al final de la reunión. Pequeñeces internas
al margen, este nuevo papel de la Argentina profundizado por Macri puede
considerarse entonces una política de Estado.
Hoy, la República Argentina tiene una voz coherente y eso es
reconocido por todos.
El año próximo, la sede del G-20 será en nuestro país. Sería
bueno aprovechar el escenario para profundizar la imbricación cosmopolita
retomando el camino que Argentina supo desempeñar en sus tiempos de auge: respeto
universal por derechos humanos, convivencia en paz, vigencia del estado de derecho
en el plano internacional y solución pacífica de las controversias.
Es una nueva oportunidad de cuyo potencial debemos tomar
conciencia y aprovecharlo.
Ricardo Lafferriere