miércoles, 4 de noviembre de 2015

El “dólar de Macri”

Los debates entre Marangoni y Melconián, o entre Pérez  y Marcos Peña, realizados en estos días en los medios, muestran una “acusación” reiterada del equipo oficial consistente la presunta decisión devaluatoria del proyecto de “Cambiemos”, achacándole la perversa intención de “dejar que el mercado fije el precio del dólar”, en lugar de fijar el precio de la divisa para que “esté al alcance de los trabajadores”.

El contencioso resulta curioso. El valor de la divisa depende –entre otras cosas- de la cantidad de reservas existentes “vis a vis” con las obligaciones a corto plazo, la capacidad de crédito, la disponibilidad de divisas nuevas, la cantidad de dinero en circulación, la tasa de interés, la confianza que genere el país –como marco general- y el gobierno –como circunstancia específica-. No existe un dólar voluntarista, como no existe el precio voluntarista de cualquier producto.

En este momento la cantidad de incógnitas es demasiado grande. Una no menor es saber quién gobernará. Efectivamente es cierto que el “dólar de Macri” será diferente al “dólar de Scioli”. Las expectativas de la disponibilidad de divisas ofrecidas por quienes las generan –los exportadores y los prestamistas- serán diferentes en ambos casos. Es muy probable que ante un plan productivo, que requiere la normalización de los flujos financieros, quienes tengan dólares prefieran venderlos rápidamente antes que baje, para volcar sus recursos a proyectos productivos. Ante un plan policíaco como el actual, por el contrario, es probable que los escondan y busquen conseguir más, para lucrar con la expectativa de su suba. En consecuencia, falta de entrada un dato esencial.

Pero hay otro, no menos decisivo: en este momento no se conoce en cuánto dejará el valor de la divisa la dupla Cristina-Kicilloff. La gigantesca emisión que  hemos visto y que se anuncia para este mes incrementa la incógnita, salvo que por “valor del dólar” se tenga el número que establece el BCRA para una divisa inexistente, ya que no está al alcance de la gran mayoría de quienes la demandan –y, desde ya, menos que nadie para los trabajadores, que no pueden acceder ni siquiera al “dólar ahorro”-.

Con esa perspectiva, también podría fijarse un precio reducido para cada producto –desde los celulares hasta los automóviles, desde la yerba hasta la carne- con independencia de la decisión de venta de quienes tienen esos productos. Lo que se logrará es que los productores o fabricantes no los vendan, o hasta que les resulte imposible fabricarlos y en consecuencia no existan. Más o menos como ocurre con el dólar “Cristi-Kicci”, accesible a quienes el gobierno decida, desde la clase media más o menos acomodada hasta las grandes corporaciones a las que se les habilitó el vergonzoso negocio de los “dólares a futuro”.

Porque también ocurre que falta saber aún la profundidad del desfalco de las últimas semanas. Las ventas de futuro, en efecto, con vencimiento en los primeros meses de 2016, fijan una demanda de dimensión desconocida –ya que es mantenida bajo siete llaves, como secreto de Estado- para los primeros meses del año próximo. Los economistas más optimistas estiman que esas ventas alcanzaron hasta ahora “sólo” los 30.000 millones de dólares y los de Cambiemos creen que pueden haber llegado a los 60.000 millones. Y no se sabe cuántos más venderán hasta el 10 de diciembre. Cualquiera de ambas sumas es descomunal comparada con la inexistencia total de reservas que la dupla Cristina-Kicillof dejan en el Banco Central.

Como se ve, el fin de ciclo kirchnerista presenta demasiadas incógnitas como para estimar seriamente el valor de la divisa. Ni Macri ni Scioli, ni sus equipos económicos, pueden hacer magia. Cualquiera de ambos recibirá una herencia envenenada, planificada con perversión para provocar un estallido.

De su claridad estratégica, su confiabilidad interna y externa, su plan de gobierno y las perspectivas que genere dependerá, en última instancia, dentro de qué márgenes oscilará el precio del dólar, uno más –aunque importante- de los precios de la economía, pero sin dudas dependiente de bastantes más condicionantes que la sola voluntad de quien le toque gobernar.



Ricardo Lafferriere

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