"Él no cree en el rol del Estado, y yo sí creo en el
rol del Estado. Pero a buena hora que se haya desenmascarado su idea de
país", fue la terminante afirmación del gobernador de Buenos Aires para
referirse a su rival en la carrera presidencial
y actual Jefe de Gobierno porteño.
La afirmación hubiera podido ahorrarse, en un momento en que
la ausencia del “rol del Estado” ha quedado evidenciada sin necesidad de comentarios
ante la absoluta ausencia de infraestructura –canales, endicamientos y
defensas- en las zonas más pobladas de la provincia de Buenos Aires luego de
una década de gestión propia y de casi tres décadas de gestión de su partido.
Pero más hubiera podido ahorrarse para evitar la necesaria
comparación con lo ocurrido en estos años en la Capital Federal, donde las
obras realizadas y aún sin haberse completado totalmente aún el plan previsto
han erradicado las mega-inundaciones del Arroyo Maldonado, cuando no se inundan
más los barrios bajos de Belgrano por las obras en los arroyos Vega y Medrano y
cuando La Boca, tradicional barriada azotada por las sudestadas, hace años que
no debe soportar la periódica invasión hídrica de otros tiempos. Obras que –bueno
es recordarlo- debieron realizarse en plena planta urbana de la ciudad más
grande del país y con trabajos subterráneos, con lo que implican como desafíos
de ingeniería y costos económicos.
Si. Fue Scioli hablando de Macri. Por supuesto, la
impostación del libreto ideologicista es la última razón del mentiroso. No será
esta columna la que defienda la ideología de unos y otros, que cada uno sabrá
cómo hacerlo. Pero parece justo al menos aportar una palabra reflexiva en un
momento en que los argentinos estamos por definir el rumbo de un nuevo ciclo
político.
“Los tenemos bien identificados” –ha dicho el gobernador-. Es
“la campaña que llevan adelante sus tuiteros a través de las redes sociales con
una campaña sucia y negativa en todo momento. Es una hipocresía total, esto hay
que decirlo con todas las letras". En nuestro campo existe un dicho que
seguramente debe provenir de algún antiguo proverbio: “…Chancho hablando de
limpieza…” Porque no son justamente los integrantes del
oficialismo, con miles de twiteros a sueldo desprestigiando a quien se atreva a
cuestionar sus políticas o sus actos quien pueda quejarse de la expresión de la
gente en las redes sociales.
El papel del Estado, mal que le pese al gobernador de Buenos
Aires, ha sido sustancialmente más presente y exitoso en la Capital Federal que
en el distrito que él ha administrado durante dos períodos. Y esto no se debe a
ninguna razón ideológica, sino de simple sentido común. El Estado tiene la
función indelegable de planificar las grandes obras de infraestructura, sea
cual fuere la ideología del gobierno. Lo hace en Estados Unidos y en China, en
Rusia y en Brasil, en España y en Australia.
La afirmación el algo mucho más rudimentario que un debate
ideológico. Es sencillamente una supina incapacidad de gestión comparada con una administración que, sin necesidad de
invocarse como ninguna maravilla, ha hecho lo que debe con los fondos públicos
con mayor eficacia y respeto por los vecinos.
Si en esta nota las cotejamos es, además de porque así lo ha
propuesto el Gobernador bonaerense, porque
nos resistimos a la cantinela del chantaje ideológico para ocultar la
incapacidad, la corrupción y el humillante clientelismo despreciados no sólo por
la opinión republicana ortodoxa, sino también muchos peronistas indignados por
la falta de sentido social de un gobierno que han apoyado y sienten que no
merecen.
Ricardo Lafferriere
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