martes, 17 de marzo de 2020

Al margen del Coronavirus, ¿tiene vuelta la deuda argentina?

Al momento de escribir estas líneas, el “riesgo país” alcanzaba 3661 puntos (o sea 36,61 % por sobre la tasa de interés americana). La información publicada dice que el costo de asegurar la exposición a la deuda argentina (“credit default swap o swaps de incumplimiento crediticio”, Infobae, 16/3) alcanza a 8.300 puntos básicos. Ochenta y tres por ciento (83 %) a cinco años.

La Reserva Federal de Estados Unidos, por su parte, anunció ayer la reducción a CERO por ciento su tasa de referencia, y la emisión de bonos por USD 750.000 millones, para ayudar a la economía norteamericana ante la crisis del Coronavirus.

Si debiéramos refinanciar nuestra deuda de aproximadamente 330.000 millones de dólares en su totalidad, nos implicaría -sólo para tener una idea de la magnitud del problema- la generación de intereses -sólo de intereses- de CIENTO VEINTE MIL MILLONES DE DÓLARES AL AÑO (USD 120.000.000.000). A eso llegamos con el 36,61 % de 330.000 millones.

El monto que estaría por refinanciarse no es el total, sino casi SETENTA MIL MILLONES DE DÓLARES (usd 75.000.000.000). A una tasa de 36,61 %, el monto del interés que hoy implicaría esa deuda sería de más de VEINTISIETE MIL MILLONES DE DOLARES al año. Destaco: sólo de intereses.

Son números alucinantes para cualquier cálculo.

¿Cómo llegamos a ésto? ¿con Cambiemos, con Macri?

Veamos: la tasa de riesgo país con Macri alcanzó los 800 puntos antes de las PASO. Había llegado a poco más de 400, antes de la crisis de 2017. Con esa tasa de interés la deuda pesaba, pero era sustentable. Implicaba en el segundo de los casos (800 puntos, 8%) un monto de USD 26.400 millones de dólares si tomamos la deuda total, y de USD 5.600, ambos por año, si tomamos la deuda que estaría por refinanciarse hoy. Simplificando podríamos decir que Fernández le cuesta al país más de VEINTICINCO MIL MILLONES DE DÓLARES POR AÑO más que Macri, nada más que por esta refinanciación parcial.

Si la tasa fuera de 400 puntos (o sea, 4 %) generaría intereses por un monto de 13.200 millones de USD por la deuda total, y de USD 2.800 millones por los casi 70.000 que debemos refinanciar ahora.

Ahí está el tema: en el riesgo país, más que en el monto. Para tener una idea de la contracara: Japón tiene un riesgo-país de 34 puntos (o sea, 0,34 %). Tiene una deuda de más de DIEZ BILLONES DE DÓLARES, o sea dos veces y media su propio PBI. Paga por esa deuda un monto de Treinta y cuatro mil millones de dólares al año. La deuda de Japón es treinta veces mayor que la nuestra, pero su pago de intereses es menos de la tercera parte que los que el mercado le pediría a la Argentina, por una deuda treinta veces menor.

¿Por qué subió la tasa de riesgo-país de 800 puntos a 3500? ¿Por “Cambiemos” o “por Macri”? Pues si razonamos así, seguiremos subiendo nuestra tasa de riesgo. Que se haya duplicado en un día luego de las PASO no se explica por ninguna razón económica, sino por la desconfianza que se generó, y la incertidumbre del gobierno que seguramente sería electo. Quienes no tenemos interés político alguno ni compromiso de sesgar la opinión para simpatizar con ningún electorado, podemos decirlo abiertamente: el voto de las PASO incrementó nuestra deuda mucho más que lo tomado por Macri para pagar las jubilaciones en 2018 y 2019.

Y ¿por qué siguió subiendo? ¿por el “coronavirus”? Tampoco. Fué por la incertidumbre creciente que instaló el nuevo gobierno, con su inexcusable incapacidad para diagnosticar el problema y su repetida negación del estado de derecho, especialmente luego del otorgamiento de “superpoderes” al Poder Ejecutivo, agravado ahora por su evidente intento de avasallamiento de una justicia independiente que pueda garantizar a todos la vigencia del orden jurídico. Sin seguridad jurídica ni política la tasa de riesgo crece exponencialmente. Es lo que estamos sufriendo hoy.

La propia duplicación de la tasa de riesgo durante el gobierno de Cambiemos en 2017 (de 400 a 800 puntos básicos) derivó de la incertidumbre provocada por los disturbios provocados cuando se realizó la indispensable reforma en el cálculo de las prestaciones previsionales, así como por el reclamo de volver al jubileo tarifario que encontró su nido incluso en voceros poco responsables no sólo de la oposición cerril del kirchnerismo sino de la propia coalición de gobierno de entonces.

Lo que importa no es el monto de la deuda, sino el concepto sobre su crédito que el país genera con su conducta, sus decisiones y su historia. Nos lo muestra el mencionado ejemplo de Japón -o de Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, o Perú, cuyas tasas de “riesgo país” oscilan entre 80 y 200 puntos, o sea entre el 08% y el 2 % a pesar de la diferencia “ideológica” de sus gobiernos respectivos-.

Como están las cosas, está claro que ninguna refinanciación es pagable. Ni aunque matáramos a todos los jubilados podríamos alcanzar el superávit fiscal que requiere cualquier refinanciación de la deuda con este riesgo-país. Hay que bajarlo sustancialmente. Y para eso, no hay otras recetas que respetar impecablemente la independencia del poder judicial (seguridad jurídica) y abrirse a un consenso responsable sobre una política económica de largo plazo (seguridad política). La otra opción es el precipicio del “default”, con el que perderemos otra década y en el que estamos ya metidos de cabeza si el gobierno no decide un cambio de rumbo.

En el mundo de hoy nada es gratis. No lo es para nadie que quiera saltarse las reglas o convertir en épicas de cartón el incumplimiento de obligaciones libremente contraídas. Las irresponsabilidades se pagan con responsabilidades, las cometa el pueblo cuando vota o los gobernantes cuando administran y deciden. Y las conductas responsables sostenidas en el tiempo tienen su premio, en este caso haciendo posible una refinanciación pagable.

Ricardo Lafferriere




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