Cuenta Herodoto que estando Creso, rey de Lidia, en la cumbre de su poder y esplendor, recibió la visita de Solón, a quien agasajó con fiestas y festines como nunca éste había visto en su vida.
Orgulloso de su poderío y riquezas le preguntó a Solón si había alguien más feliz que él en el mundo, a lo que éste respondió: "No sé, ésto no ha terminado". Al tiempo, Creso era derrotado por Ciro, rey de Persia, quien lo convirtió en su esclavo. Recién entonces pudo comprender el desgraciado Creso la sentencia de Solón.
Suecia está terminando su paso por la pandemia. Su índice de muertos se ubica en el promedio de muertes que tendrán todos cuando ésta termine. La habrán pasado sin afectar su bienestar, su economía ni sus logros sociales. Pudieron hacerlo por contar con un sistema de salud robusto, que en ningún momento sufrió el riesgo de ser desbordado por la cantidad de casos. Los desgraciados efectos de la pandemia no fueron más letales allí que en otras partes pero la atravesaron con la mayor rapidez y el menor daño posible a la sociedad.
En nuestro país, sus gobernantes aterrados por la insuficiencia, carencias y deterioro del sistema de salud, prefirieron extender temporalmente la pandemia con medidas cuyos efectos lograron que no desbordara el sistema sanitario -hasta ahora- pero al precio de destrozar -y destrozarán- aún más una economía que lleva ocho años de recesión.
Cuando termine, la pandemia habrá dejado posiblemente el mismo porcentaje de casos fatales que en todo el mundo. La diferencia con Suecia, en todo caso, será el escenario que quede.
Comparándolos, no creo que los suecos tuvieren en su momento muchas cosas para envidiarnos.
Ricardo Lafferriere
No hay comentarios:
Publicar un comentario