lunes, 20 de mayo de 2024

ESPAÑA Y ARGENTINA

 

Choques de dirigentes o acuerdos de pueblos

En 1936/1939 España sufrió una sangrienta guerra civil, saldada luego de más de medio millón de muertos y miles de exilados. Muchos de ellos llegaron a la Argentina, que al comienzo mostró reticencia porque pertenecían al bando de los vencidos, con el que el peronismo no simpatizaba, pero que abrió sus puertas con amplitud a partir de 1950. Miles de españoles llegaron al país escapando de la pobreza, mientras el gobierno argentino hacía llegar a España barcos con alimentos para paliar la dura situación vivida. Esa política fue decidida por Perón, pero apoyada por la dura oposición de entonces porque se trataba de una política de estado, que superaba cualquier conflicto ideológico interno. Años después, siendo el que escribe Embajador de su país en España, recibió de muchos españoles una frase que lo emocionaba: “Nunca olvidaremos ese gesto”.

El 12/12/1946, la Asamblea General de las recientes Naciones Unidas decidieron la exclusión de España de la organización. La decisión, que incluía la recomendación de ruptura de relaciones y retiro de embajadores de todos los países con el gobierno español, fue tomada por una mayoría de 34 votos contra 6, grupo minoritario encabezado por Argentina y acompañado por Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú y la República Dominicana que se opusieron a la propuesta. Otros países latinoamericanos prefirieron seguir la posición de Estados Unidos y se sumaron a la mayoría: Bolivia, Brasil, Chile, Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

Argentina nunca obedeció la disposición de “retirar los embajadores” y prosiguió su labor diplomática para romper el aislamiento de España, lo que comenzó a lograrse el 4/11/1950 mediante la Resolución 386 y luego en forma completa el 14/12/1955, cuando el propio gobierno norteamericano había cambiado su posición.

El gobierno de la Revolución Libertadora, que sucedió al peronismo, mantuvo incólume la posición de Argentina respeto a España.

En 1976, un golpe militar rompió el orden constitucional en Argentina. Miles de argentinos debieron emigrar para salvar sus vidas. España les abrió sus puerta y los recibió con los brazos abiertos. No había ningún motivo ideológico que incidiera en la relación entre los pueblos. Así como recibía a los emigrados, siguió su relación con el nuevo gobierno al punto de producirse un importante viaje de Estado de los Reyes. Con su actitud, España salvó literalmente la vida a miles de compatriotas perseguidos por la intemperancia. Esta vez nos tocaba a nosotros decir “Nunca olvidaremos ese gesto”.

Ya en el siglo XXI un nuevo contingente de argentinos buscó en España un lugar de realización personal. La crisis económica, esta vez en la Argentina, los expulsaba de su país -así como otras crisis anteriores había expulsado a españoles del suyo-.  y recibieron la disposición permanente a dejarlos reconstruir sus vidas en su suelo. Así es el mundo en sus altibajos y así seguirá siendo.

La relación entre Argentina y España es mucho más profunda que los berrinches circunstanciales de la política de entrecasa. Pasa por encima de políticas, ideologías y circunstancias, simplemente porque sus raíces están entrecruzadas, sus familias compartidas y sus historias recíprocamente comprendidas. Los pocos episodios narrados son nada más que ejemplos. Nada podrá enturbiar esa relación y poco favor le hacen a esta historia de confraternidad los gritos destemplados propios de las novedades que está trayendo al escenario una nueva política global que, al parecer, si no pronuncia frases estentóreas, piensa que no se hace entender.

En lo profundo de la sociedad, al contrario, hay necesidad de acuerdos de convivencia pacífica y un real hastío hacia las formas de poder que pierden el tiempo acentuando conflictos. En el actual “conflicto” -que parece más bien un choque de personalidades que una diferencia diplomática internacional- haríamos bien en recordar nuestra historia y pensar en la enorme posibilidad que nos presenta el mundo global a ambos. Levantar la mirada, fijar metas, respetarnos y pensar en nuestros pueblos, más que en las situaciones o improntas personales de los dirigentes por más importantes que sean.

Ricardo Lafferriere

No hay comentarios: