Sobre la elección norteamericana
No todo el mundo vota, pero a todo el mundo les interesa y
toman posición.
En nuestro caso, alejados en el cono sur de América,
tendemos a generar simpatía o antipatía hacia los candidatos tomando como referencia
el marco interno argentino y, en todo caso, a preferir a uno u otro trasladando
implícitamente la valoración a lo que significaría para nuestra situación
interna si fueran ambos candidatos argentinos.
Pero la realidad es más compleja. Si bien es cierto que los norteamericanos
votan con poca reflexión sobre los temas globales, son esos temas los que más
nos interesan y nos pueden afectar, mucho más que si se incrementan los fondos
del “medicare” o la política migratoria en el límite sur.
Para nosotros, lo que importa es cómo actuará EEUU en un
mundo cada vez más complicado y en el que se está generando un verdadero bloque
estratégico antioccidental, liderado por China pero con sucursales en todo el
mundo.
Adelanto que esta mirada no ignora la diferencia cualitativa
que el siglo XXI presenta con respecto a la antigua guerra fría del siglo XX.
La economía, a pesar de verse afectada, ha construido lazos importantes que
atraviesan los bloques. Pero la política -y el escenario de poder militar-
muestra señales más que claras sobre la construcción de este bloque y es la
política la que en definitiva fijará las reglas de juego de la economía, la
diplomacia y el ambiente.
Venezuela es un “botón de muestra”. Sin intereses concretos
en la región, China y Rusia se posicionaron de inmediato, aceptando el fraude,
felicitando a Maduro y arrastrando en su posición a Brasil que, luego de
ensayar una endeble seudoneutralidad, terminó respondiendo a los liderazgos que
mandan en los BRICS y también dio su respaldo a la dictadura bolivariana.
Alcanza con mirar la lista de países que han tomado esa
posición para advertir que no se encuentra en ese bloque ninguna democracia “independiente”:
Irán, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Turquía.
Entonces, mirado desde la óptica de un ciudadano del mundo,
es más trascendente imaginar cómo sería el escenario global con uno u otro
liderazgo, y la conciencia de este proceso que tienen ambos protagonistas. Es
bueno recalcar que en el bloque rival las cosas están claras y cuando la “línea”
baja, todos se alinean, sin fisuras, “panquequeada” de Lula asumida.
No sé si Kamala Harris será igual a Massa. Confieso que su
discurso me provoca una lejana remembranza del conocido relato de CK, que nos
trajo hasta donde nos trajo. Tampoco sé -no estoy en condiciones de opinar- si los
ciudadanos americanos se sentirán seducidos por ese discurso. En la Argentina,
sedujo más de dos décadas, hasta su implosión final... Pero sí es claramente
preocupante su ausencia de claridad en la actitud internacional estratégica de
EEUU, la consolidación del eje “China-Rusia”, la resolución de la guerra en
Ucrania, la multi-agresión contra Israel y el renacimiento del antisemitismo,
ante la inundación de integrismo musulmán en Europa y en los propios EEUU, su
trato de seda con el estado terrorista iraní e incluso su posición más que
suave ante el criminal golpe de estado del narco-chavismo en Venezuela, que da
por tierra con cualquier resto seudodemocrático en la sufrida república
caribeña.
¿Entonces ... Trump? Pues... a los demócratas su discurso
nos provoca el mismo escozor que el de Milei en el proceso electoral. Escaso
apego a las formas democráticas, dura demonización de sus adversarios, cerrazón
ante la posibilidad de un diálogo constructor de consensos... en suma,
polarización extrema construyendo poder propio, sin demasiada preocupación por
sus aliados.
En síntesis: ¿qué hará EEUU? ¿Seguirá la actitud buenista de
que ha permitido inundar de inseguridad al mundo? ¿Se centrará en “MAGA” (Make
America Great Again) desentendiéndose del resto? ¿Asumirá el papel de
articulador del mundo democrático, fundado en normas y la vigencia del estado
de derecho? Conocer esos temas nos importa más que la extensión del derecho al
aborto en algunos Estados norteamericanos o la limitación a la tenencia de
armas a sus ciudadanos.
La elección de diciembre de 2023 nos presentó en Argentina un
dilema que muchos fuimos impotentes para resolver. Lo decidió la mayoría de la
sociedad prefiriendo un liderazgo disruptivo al que intuía fuerte e
intransigente antes que la aparente claridad de las promesas populistas, a las
que le habían dado dos décadas de tiempo prolongando la mediocridad decadente.
Los claroscuros, en todo caso, se verían luego.
Una lejana remembranza de ese dilema se presenta en la
elección de EEUU. Una diferencia no menor es que no se percibe en EEUU ese
importante grupo democrático que comprende el cambio pero se preocupa por
neutralizar las aristas más extremas, que acá se ha dado en llamar “la
oposición dialoguista” y que también incluye al semi-oficialismo sensato.
Pero la mayor diferencia es que en la elección no votarán
todos los que sufrirán las consecuencias, sino sólo los norteamericanos. Y que
a ellos, las consecuencias externas les llegarán recién en el mediano o largo
plazo mientras que los latinoamericanos, los europeos, los israelíes, los ucranianos
y los demócratas de todo el mundo las sentiremos de inmediato aunque la “simpatía”
o “antipatía” que nos provoquen a priori los candidatos nos lleven a tomar
partido irreflexivo posicionándonos, tal vez, en contra de nuestros propios
intereses.
Ricardo Lafferriere
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