martes, 29 de octubre de 2013

Para pensar: Si el Congreso hubiera sido elegido el domingo

94 diputados. Tales son los legisladores que hubiera obtenido el oficialismo, con los números de ayer, si la Cámara de Diputados hubiera sido renovada en su totalidad.

Así surge del estudio realizado por La Nación sobre la base de los resultados del domingo pasado.

El bloque “radical-socialista” –que, por ahora, institucionalmente no es tal porque sus partidos integrantes funcionan con autonomía y no siempre votan en conjunto- contaría con 72, el peronismo renovador con 52, el PRO con 24 y otras fuerzas con 12.

El número constituye un indicador probablemente cercano a lo que ocurrirá luego de la renovación presidencial de 2015, si el resultado parlamentario fuera parecido al actual. No es una previsión descartable, teniendo en cuenta que los diputados se eligen en la primera vuelta.

En el Senado, aunque el cálculo es más complicado, se renovarán 24 legisladores sobre 72. Aunque la Cámara Alta los desplazamientos reflejan más la composición de los gobiernos provinciales, el resultado será similar. El actual oficialismo –si continuara existiendo como expresión política autónoma- no abandonará su condición de primera minoría.

La mirada, curiosamente, está indicando la veracidad del relato oficial sobre su condición de “primera minoría” nacional. Lo seguirá siendo mientras no se conforme un bloque político que logre superarla, sea construido por el bloque del “peronismo renovador” con actuales “FPV tránsfugas”, sea por el bloque “radical-socialista” más el PRO, o con la incorporación de todos –o algunos- integrantes del “peronismo” a una nueva coalición de gobierno.

Como se viene sosteniendo desde esta columna, no habrá gobernabilidad institucional en el próximo período si no se logra conformar esa mayoría parlamentaria, que debe reflejar un estado de acuerdos políticos sustancialmente más elaborado que el que presenta la actual oposición.

Otra mirada indica el acercamiento de tiempos de unión nacional, dispuesta por la realidad política más que por el virtuosismo de los liderazgos.

Ricardo Lafferriere


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