Deuda – 4
La destacable y abrumadora posición del ambiente financiero
y político mundial requiriendo a la justicia norteamericana que “blinde” a los
acreedores que aceptaron las condiciones de los canjes del 2005 y 2010 para la
reestructuración de la deuda argentina alinea en un gigantesco bloque de
opinión a intereses aparentemente disímiles como los de los acreedores y los
deudores, los países grandes y chicos, las publicaciones internacionales y los
organismos internacionales de crédito.
Frente a este formidable bloque de poder sólo hay una
persona: un Juez del Estado de Nueva York, cuya decisión fue confirmada por la
instancia de apelación y ésta –a su vez- fue confirmada tácitamente por la
Suprema Corte norteamericana al negarse a estudiar el caso por no hallar mérito
para ello.
El blindaje de los bonos reestructurados es requerido por
todo el “establishment” mundial. Es evidente que en la solitaria posición del
juez norteamericano no hay “poderes ocultos”. Se han pronunciado contra su
decisión, entre otros, el presidente de su país, los países occidentales más
importantes, el Fondo Monetario Internacional, el Grupo de los 77, y las
publicaciones internacionales más prestigiosas del “establishment” (como el
Financial Times, en lo económico, y el “Foreign Affairs” en lo político), como
lo destaca el gobierno argentino.
Está claro que, en este caso, el poder mundial juega junto a
la Argentina, cuyo reclamo han apoyado incluso países con los que mantiene ásperas
disputas por temas territoriales o comerciales –caso de Gran Bretaña o el
Uruguay-.
El juez Griesa, por su parte, sólo tiene un respaldo: la ley
de su país, que alguna vez juró hacer respetar. La confirmación de sus decisiones
por las instancias judiciales superiores impiden una acusación de parcialidad,
como la que realiza el comunicado del Ministerio de Economía argentino.
Desde esta columna en infinidad de notas hemos sostenido la
necesidad de institucionalizar un sistema normado que establezca el
procedimiento de Default en las “deudas soberanas”. En casos como éste esa
ausencia se hace más notable que nunca.
Sin embargo, cabe la pregunta: si todo el gigantesco poder
mundial alineado contra el Juez Griesa está convencido de lo mismo, ¿por qué no
ha impulsado ni impulsa esa normativa? ¿Por qué se pretende cargar en la
responsabilidad de un Juez la incompetencia, impericia o desinterés de los que
tienen que dictar las normas –internas e internacionales- que habiliten otro
camino?
Y en el caso de los gobiernos que impulsan “Defaults” y “reestructuraciones
de deuda” –como el argentino en el 2005 y 2010- ¿por qué se insiste en la
incorporación de la cláusula de prórroga de jurisdicción y renuncia a la
inmunidad soberana en la emisión de títulos de sus deudas, sabiendo que la ley
y la justicia norteamericana aplicarán la ley vigente?
La situación en la que se ha colocado la Argentina es
injusta. Sin embargo, la responsabilidad de esa injusticia no recae en un Juez
que aplica la ley. Es de quienes se sometieron previa y especialmente a esa
ley, y en última instancia de quienes tienen en sus manos cambiar esa ley –porque
tienen el poder global- y no han hecho nada para efectivizar ese cambio.
Ese es el motivo por el que desde hace tiempo sostenemos la necesidad de evitar judicializar una causa perdida de antemano y de abrir una negociación que solucione definitivamente la relación financiera externa del país. No podemos aceptar que la Argentina sea el Conejillo de Indias de intereses que no manejamos, aunque coloquen al país por unos días en los titulares del mundo. El camino que ha tomado el gobierno nacional es el peor de los posibles y sus consecuencias al final deberán ser soportadas por los "argentinos de a pié", que no entienden lo que pasa ni el motivo del capricho, pero que sufrirán la caída de su salario, la pérdida de sus empleos y la aceleración inflacionaria.
Sensatez, inteligencia, sentido estratégico. Grandes virtudes, imprescindibles en la hora.
Ese es el motivo por el que desde hace tiempo sostenemos la necesidad de evitar judicializar una causa perdida de antemano y de abrir una negociación que solucione definitivamente la relación financiera externa del país. No podemos aceptar que la Argentina sea el Conejillo de Indias de intereses que no manejamos, aunque coloquen al país por unos días en los titulares del mundo. El camino que ha tomado el gobierno nacional es el peor de los posibles y sus consecuencias al final deberán ser soportadas por los "argentinos de a pié", que no entienden lo que pasa ni el motivo del capricho, pero que sufrirán la caída de su salario, la pérdida de sus empleos y la aceleración inflacionaria.
Sensatez, inteligencia, sentido estratégico. Grandes virtudes, imprescindibles en la hora.
Ricardo Lafferriere