La tesis central propuesta en el libro de Tomás Piketty del
que hablaron muchos durante 2014 puede resumirse en la afirmación: “Dado que la
tasa de retorno del capital crece más rápidamente que la tasa de crecimiento de
la economía, la tendencia es a incrementar la desigualdad y a desembocar en
una sociedad más inequitativa”.
De esa afirmación se deduce que la brecha entre los
poseedores de capital y las remuneraciones se incrementa automáticamente creando
inequidades insostenibles que deterioran los valores del mérito en el que las
sociedades democráticas están basadas.
Mucho se ha debatido sobre la obra. Algunos, sosteniendo que
las afirmaciones que contiene forman parte del saber económico
institucionalizado y no agregan nada. Otros, encontrando en ella fundamentos
para tesis heterodoxas de mayor intervención pública en la economía en busca de
reinstalar la equidad.
Desde nuestra perspectiva, observamos que hay
sociedades con alta tasa de crecimiento e inequidad en la distribución del
capital, claramente injustas, coexistiendo con otras que han logrado igual o mayor
capital acumulado pero que, en razón de diseños impositivos inteligentes, se
encuentran en el lote de las más equitativas. La sociedad china tal vez pueda ser catalogada entre las primeras -como algunas latinoamericanas- y las europeas nórdicas
entre las segundas. En el medio, la mayoría, incluida la norteamericana.
De hecho, el coeficiente GINI en China, Chile y Brasil se acerca a 0.50, en
USA alrededor de 0.37 y los países nórdicos europeos entre 0.25 y 0.27.
El artículo que se encuentra en el link al pie agrega
algunas reflexiones que matizan el análisis.
En primer lugar, la característica crecientemente globalizada
de la economía aconsejaría realizar los análisis desvinculados de sus raíces
nacionales y analizar al mundo en su conjunto. De hecho, en las últimas
décadas, el cambio de paradigma productivo ha convertido a la economía en
global y no es técnicamente adecuado dividir por países las series, si se
busca obtener un dato confiable y objetivo del mundo cómo es hoy. El mundo ya no es lo que era y cualquier
medida de políticas públicas limitada a un país será inocua si no se inserta en
el marco del escenario general debidamente asumido.
En segundo lugar, es necesario seguir el dato de la demanda
efectiva, central para detectar el grado virtuoso o vicioso del proceso económico. El consumo de la economía global no se encierra ya en pocos países
desarrollados occidentales y Japón, sino que ha agrega dos mil millones de
asiáticos -aunque también latinoamericanos y africanos- incorporados en los últimos lustros a la sociedad de consumidores.
La "clase media" del planeta crece rápidamente, con lo que implica en todos sus efectos -desde el confort hasta la polución- matizando las cifras con una realidad que no siempre es reflejada en los análisis. La incorporación de esta demanda no ha sido "forzada" desahorrando y liquidando capital fijo -como en Argentina- sino resultado de un crecimiento real de la oferta de bienes y servicios.
La "clase media" del planeta crece rápidamente, con lo que implica en todos sus efectos -desde el confort hasta la polución- matizando las cifras con una realidad que no siempre es reflejada en los análisis. La incorporación de esta demanda no ha sido "forzada" desahorrando y liquidando capital fijo -como en Argentina- sino resultado de un crecimiento real de la oferta de bienes y servicios.
El tercer punto es la nueva estructura de clases, que hace complicado -y tal vez, desmedidamente reduccionista- agrupar en dos (capital y trabajadores) los destinatarios de la distribución del ingreso.
La sofistificación de la economía y de las sociedades que están surgiendo incorporan actividades que no pertenecen ni a uno ni a otro polo, actuando tanto desde la oferta de nuevos bienes y servicios altamente calificados y fragmentados hasta nuevos escalones de demanda imprescindibles para dar combustible a la marcha de la economía.
Igualmente, hay actividades económica y socialmente valiosas que se encuentran en el campo de los bienes comunes y otras que generan bienes de alto valor agregado a precios cercanos a cero, ubicándose sin embargo en la frontera tecnológica: comunicaciones, entretenimientos, softs, música y videos on-line, programas, “apps” para teléfonos inteligentes, etc. ¿Cómo calificarlas? Son producidas por grandes empresas capitalistas, pero objetivamente incrementan en forma sustancial el nivel de vida y confort de cientos de millones de personas prácticamente sin -o "casi sin"...- costo para ellas.
La sofistificación de la economía y de las sociedades que están surgiendo incorporan actividades que no pertenecen ni a uno ni a otro polo, actuando tanto desde la oferta de nuevos bienes y servicios altamente calificados y fragmentados hasta nuevos escalones de demanda imprescindibles para dar combustible a la marcha de la economía.
Igualmente, hay actividades económica y socialmente valiosas que se encuentran en el campo de los bienes comunes y otras que generan bienes de alto valor agregado a precios cercanos a cero, ubicándose sin embargo en la frontera tecnológica: comunicaciones, entretenimientos, softs, música y videos on-line, programas, “apps” para teléfonos inteligentes, etc. ¿Cómo calificarlas? Son producidas por grandes empresas capitalistas, pero objetivamente incrementan en forma sustancial el nivel de vida y confort de cientos de millones de personas prácticamente sin -o "casi sin"...- costo para ellas.
Y el cuarto, tal vez el más importante, es la transformación
científico técnica incremental y acelerada, que nos está llevando al borde de
un nuevo paradigma no ya económico sino socio-tecnológico. Nuevas fuentes
energéticas, disolución en el límite entre la mente y la máquina, la inteligencia
artificial, la fabricación personalizada (3-D), la creciente generación de
espacios virtuales más que físicos, el crecimiento de bienes no ya simbólicos
sino reales para los consumidores pero virtuales en su esencia, la Internet de
las cosas, etc.
Estos cuatro aspectos, y fundamentalmente el último, nos han
colocado en la cercanía de una ruptura milenaria en la historia humana, cuyas
simientes se notan en el ambiente y eclosionarán en los próximos dos lustros
para abrir una etapa en la que el mundo nada tendrá en común con el que
conocemos.
La investigación rompe los viejos límites entre ”básica” y “aplicada”
y avanza en el conocimiento y “domesticación” de la materia. Las experiencias en el Gran Colisionador de Hadrones, el descubrimiento del Bosón de Higgs y otras partículas
de alta energía, la fabricación de elementos útiles para la nanotecnología como el
grafeno, la profundización del conocimiento sobre los q-bits que permitirán la
extensión del uso de la mecánica cuántica en mayores aplicaciones de la vida
cotidiana, la manipulación nano-genética para medicina y diseño, los implantes
mecánicos y biomecánicos en el cuerpo humano, la nanotecnología y la robótica aplicadas a la producción y la creciente agregación de
capacidad de cálculo a los circuitos informáticos que ha superado ya el límite del cerebro humano y marcha
aceleradamente a su superación, son a esta altura simples ejemplos del portentoso avance científico técnico que sorprende al compararlo con el de hace apenas una década, pero que a la vez apasiona al percibir sus exponenciales perspectivas en los próximos años.
El debate que dispara la obra de Piketty, aún con todos los
matices indicados, es propio de la última etapa del mundo que se va. No contamos
todavía con la información suficiente para estudiar en profundidad los nuevos
problemas, los del mundo que viene, simplemente porque todavía no ha terminado
de nacer.
Sin embargo, poner las reflexiones en perspectiva será útil para
evitar la tentación de crear sobre un informado esfuerzo intelectual como el que
ha realizado el economista francés un choque demasiado apasionado sobre un
mundo que, en los hechos, como ocurre con los grandes animales exhibidos en los
zoológicos propios de hábitats desaparecidos o en extinción, pertenece ya al escenario del
pasado y son, en última instancia, testimonios más históricos que prospectivos
sobre los escenarios que vienen y cómo encararlos.
Ricardo Lafferriere