miércoles, 10 de febrero de 2010

Uruguay: espejo de la Argentina sin K

¿Qué le faltaría a la Argentina para parecerse al Uruguay?
No mucho.
Pero sí le sobraría: los K.

Si fuera necesario un espejo para ver lo que sería nuestro país sin la pesadilla de estos últimos años, lo podemos ver en la otra orilla del Plata.

El presidente electo, rodeado de los líderes más importantes de la oposición –Sanguinetti y Lacalle- y de las cúpulas sindicales, mayoritariamente socialistas y comunistas, se dirigió a los empresarios de las cámaras uruguayo-argentinas para señalar las líneas fundamentales de su política, que no tienen otro signo que la continuidad.

El Uruguay “no les romperá el lomo con impuestos”. “Vengan e inviertan tranquilos”, porque “por acá, no expropiamos nada”. El presidente Mujica, ex Tupamaro y líder de la fracción más dura de la izquierda, daba el mismo ejemplo que el empresario Piñera, al otro lado de la Cordillera. Sabe –como ex Secretario de Agricultura del Uruguay- que el 65 % de la soja producida por su país es el resultado de la acción de empresarios agropecuarios argentinos –entrerrianos, santafecionos, cordobeses, bonaerenses- que están cansados de ser robados en forma sistemática y, simplemente, quieren producir tranquilos.

Allá no hay subsidios, pero tampoco retenciones. No hay protección, pero tampoco frenos caprichosos a la exportación. Y de esa forma están logrando, por ejemplo, exportar más carne que Argentina a pesar de contar con un rodeo cinco veces inferior (12.000.000 de cabezas, frente a los 50.000.000 de Argentina) manteniendo el precio interno más barato que con los controles de Kirchner y Moreno.

No hay narcotráfico ni inseguridad excepcionales ni crecientes. La dirigencia política, aún con las mañas propias del oficio, da muestras cotidianas de capacidad de construcción de consensos y de un acendrado patriotismo. A eso contribuyen los opositores, pero fundamentalmente, el propio gobierno. El actual presidente Vázquez, que se va de la función con un apoyo del 80 % de los uruguayos, en un momento decisivo de la campaña electoral, invitó a sus antecesores Sanguinetti, Lacalle y Valle a la inauguración del magnífico nuevo Aeropuerto de Carrasco. Para su ingreso a la modernidad, los uruguayos entienden que el requisito esencial es la unidad nacional. ¿Sería imaginable hoy eso en la Argentina?

¿Qué le faltaría a la Argentina para parecerse al Uruguay? Algunos dicen “liberarse del peronismo”. No lo creo. La imagen de la Cámara de Diputados de Aguad trabajando con Solá, Carrió, Pinedo y hasta Pino Solana para acordar estratégicas políticas institucionales muestran que en nuestro país la convivencia plural es posible y que el ejemplo del Uruguay y de Chile no están tan lejos.

No es imposible imaginarse un gobierno presidido por Cobos, o Reutemann, o Carrió, o Macri o de Narváez, dialogando con sus adversarios, casi como un “estado mayor de la República”, rodeado de empresarios y emprendedores con vocación de riesgo y de sindicalistas que representen la pluralidad del pensamiento obrero, en todas sus vertientes, democráticos, honestos y transparentes en sus vidas privadas y leales con sus bases y el país.

Todos compartiendo la idea de que somos “com-patriotas”. Que compartimos un país, que no tiene dueños excluyentes sino que es de todos. Y que en ese todos, aún –y afortunadamente- con visiones diferentes, nos une inexorablemente el destino común, cualquiera éste sea. El mensaje de unidad de Perón y Balbín. El legado patriótico de Alfonsín.

Sólo que lamentablemente, algo sobra, y se nota cada vez más. El populismo. La burocracia sindical y los funcionarios corruptos. Los empresarios coimeros. Los K.


Ricardo Lafferriere

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