viernes, 14 de junio de 2013

Una especie de convertibilidad trucha (sólo para blanqueadores)

                Al igual que la convertibilidad, los CEDIN se emitirán contra dólares físicos que –se promete- serán su respaldo permanente. A diferencia de la convertibilidad, coexistirán con la moneda nacional, al precio que determine “el mercado”.

                Al igual que la convertibilidad, estarán al alcance de cualquiera. A diferencia de la convertibilidad, podrán requerir su emisión sólo los que blanqueen dinero de cualquier origen que no hubiera sido declarado a las autoridades impositivas.

                Al igual que la convertibilidad, “circularán libremente” hasta que a algún tenedor se le ocurra ir al BCRA y canjearlo por divisas. A diferencia de la convertibilidad, su aceptación no será obligatoria para los acreedores y sólo pueden saldar deudas si hay común acuerdo entre el deudor y el acreedor en aceptarlos.

                ¿Son malos? ¿Son buenos? Pues…como todo lo que hace el oficialismo. Su rigor técnico es escaso, sus antecedentes nulos. Es una medida para intentar “salir del paso” de la angustiante carencia de divisas a raíz de la patética política oficial de control económico.

Esa política ha conducido al desequilibrio reinante entre la necesidad de divisas –para pagar energía, deudas, importaciones, turismo, servicios- y la decisión de mantener la ficción de una economía que parezca más rica y abundante de lo que realmente es.

                En otras palabras: para esconder la pobreza, porque no hay valentía para confesar que la Argentina está, en realidad, sustancialmente más empobrecida de lo que “el relato” afirma.

                Los “CEDIN’es” ayudarán sumando otra ficción: que hay en el país más divisas que las que realmente existen.

Como todos los inventos, no puede anticiparse lo que pasará. Con los antecedentes de irresponsabilidad financiera de la gestión kirchnerista, agregaremos otra incertidumbre: que las divisas que respalden los CEDIN’es terminen siendo utilizadas para finalidades que a la presidenta se le ocurran más “patrióticos”, “nacionales” y “populares” que esperar que su dueño las reclame.

Así lo hicieron con los fondos de los ahorristas previsionales, las reservas internacionales y varias cajas específicas de las que el gobierno se apropió sin otra justificación que su voluntad.

Cierto, ese uso no está previsto en la ley. Pero ¿alguien realmente cree que eso sea un freno ante la sed de divisas y los antecedentes de escaso respeto a las normas y a sus propias palabras por parte del “relato” oficial? El trascendido levantado por la prensa y atribuido a Guillermo Moreno (“Ahora podremos emitir dólares”) parecen contestar la pregunta.


Ricardo Lafferriere

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