martes, 30 de septiembre de 2014

Alguien a cargo, por favor... (II)

Es ya un deporte nacional debatir si el kirchnerismo “llega” o “no llega” a diciembre de 2015. El debate es acompañado por la aceleración de las campañas electorales, que a pesar de lo dispuesto en la ley respectiva se encuentran en pleno desarrollo.

En efecto: han “lanzado” sus candidaturas presidenciales Sergio Massa, Daniel Scioli, Mauricio Macri, Julio Cobos, Florencio Randazzo, Hermes Binner, Agustín Rossi, Pino Solanas, Elisa Carrió y esta semana lo hará Ernesto Sanz.

El rumbo de crisis en el país, mientras tanto, sigue su marcha rampante. Para percibirlo alcanza con observar los datos “de campo” –la relación entre precios y salarios, la desocupación, el valor del dólar paralelo y las tarifas- y los datos “de segundo piso” –el déficit fiscal creciente, el desequilibrio de la balanza comercial, la crisis de la balanza de pagos y la emisión monetaria sin respaldo-. Todos muestran una progresión crecientemente acelerada.

El rebote social no es menor. Se nota en las calles una agresividad en ascenso, igual que los delitos contra la propiedad y una creciente violencia en estos hechos delictivos. Se ven cada vez más negocios con persianas cerradas en forma permanente, y compatriotas viviendo en la calle, en una cantidad que no se observaba desde hace al menos tres años.

Políticamente, la desorientación del gobierno frente a la crisis que él mismo provocó es incremental. Debiera asumir la actitud madura de respaldarse en una convocatoria honesta a la unidad nacional sin preconceptos invitando a las fuerzas políticas más representativas a cambiar ideas y acordar políticas destinadas a atravesar la crisis atenuando sus efectos en las personas más necesitadas. Eso se haría en cualquier “país serio”. Acá se lo impide su vanidad.

En cambio, el kirchnerismo acentúa sus reflejos autoritarios y busca un nuevo arsenal de enemigos a quienes responsabilizar por una situación que es de su exclusiva responsabilidad. Se aísla más del mundo, anuncia un incremento de su persecución sobre quienes quieren defender sus ingresos del manotazo inflacionario refugiándose en la divisa, persigue con represión la protesta social mientras se muestra impotente ante la delincuencia común, a la que termina justificando, y amenaza con dejar al Estado cooptado por su sector fundamentalista desplazando a los funcionarios que no son absolutamente verticalizados a sus caprichos más esotéricos.

Alguna vez hemos dicho que la política es como un eje en cuyos extremos se encuentra la lucha por acceder al poder (que es lo que interesa a los políticos “profesionales”) por un lado y la lucha por los intereses de aquellos que invoca representar (que es lo que interesa a los ciudadanos) por el otro. La sana política es el arte de encontrar el punto de equilibrio entre ambos propósitos.

La percepción que se siente hoy es que nadie se pone “el país al hombro” y que el centro de gravedad de la acción política se ha desplazado totalmente al primer extremo. El gobierno, preparando su vuelta al llano luego del 2015 y la oposición construyendo su “posicionamiento” de cara a la sucesión son los propósitos marcan la agenda, mientras la crisis avanza raudamente ante un gobierno autista y una oposición alegremente indiferente.

Los argentinos, entre tanto, observan azorados la displicencia con que el poder trata su presente. Mientras los ciudadanos cargan preocupación, el país acumula tensión.


Ricardo Lafferriere

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