Habremos pasado casi tres lustros narcotizados por una
mezcla de engaño, despilfarro, corrupción y cinismo, edificados sobre una
angustiante necesidad de creer luego del dramático fin de época de "los
noventa".
No habrá tiempo para demasiados reproches ante la urgencia
de volver a juntar reservas, reconstruir lo destruido, volver a mirar al
horizonte y retomar la marcha.
Pero habrá una enorme ventaja: predominará en el país una
generación que aunque no había nacido en tiempos de los grandes desencuentros,
tendrá el recuerdo cercano del terrible efecto colectivo que producen los
discursos hirientes, la banalización del poder, la complicidad con las mafias, la
corrupción y la ruptura de la solidaridad colectiva cuando es reemplazada por
el desprecio mutuo y la intolerancia ante la diversidad.
Tendremos de nuevo un país plural, abierto al mundo en la
búsqueda de su destino y apoyado en la capacidad creadora de su gente honesta,
que es abrumadoramente mayoritaria.
Y recuperaremos el terreno perdido. Volveremos a jerarquizar
la educación. De nuevo apoyaremos el esfuerzo emprendedor, que alguna vez nos
hizo grandes. Respetaremos las leyes, fruto de un funcionamiento virtuoso de
las instituciones recuperadas. Volveremos a dialogar entre iguales, en tono
menor, buscando coincidencias que nos permitan generar espacios de consensos y
políticas públicas estables.
Cualquiera podrá estar gobernando. Será seguramente un país
que esté orgulloso de su colorido político plural trabajando en conjunto.
Alguna vez tuvimos una Argentina con Presidente, Gobernadores e Intendentes de
diferentes partidos trabajando sin fisuras por el bien de los ciudadanos, sus
empleadores. Tiempos de Arturo Illia…
Todos los compatriotas deberán estar incluidos en este
relanzamiento nacional, para lo cual tendremos que acentuar las políticas
sociales inclusivas, sostenidas por una economía liberada de sus históricas deformaciones
atávicas y relanzada a imbricarse con el portentoso avance del mundo global.
Inversiones y tecnologías, mercados y financiamiento,
capacitación y cuidado del ambiente, utilización inteligente, racional y
prudente de los recursos naturales, aportarán el marco virtuoso de un
desarrollo armónico, social y territorialmente integrado en la dimensión
continental de un país que volverá a inspirar respeto y afecto en "los
libres del mundo", comenzando por sus vecinos.
No es un sueño. Será, al contrario, el despertar de una
pesadilla.
Puede parecer hoy una voluntarista "fuga hacia
adelante". Sin embargo, en los difíciles momentos que deberemos atravesar
al fin de este triste ciclo decadente, será bueno tener en el pensamiento esa
imagen del futuro, para evitar que las fuertes turbulencias nos confundan.
La Argentina es un gran país. El argentino es un gran
pueblo. Sólo hace falta que lo dejen ser. Y que se anime a serlo. Lo espera un
futuro cercano ciertamente portentoso.
Ricardo Lafferriere
No hay comentarios:
Publicar un comentario