jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Otra vez la Escribanía?

La iniciativa del “mega-lava-ducto” remitida por la presidenta Fernández al Congreso pondrá a prueba, una vez más, la bochornosa subordinación de la mayoría de los diputados peronistas a las decisiones de la banda de Olivos insistiendo en la devaluación del parlamento para reconvertirlo en una Escribanía del Poder Ejecutivo.

Es posible que, una vez más, el listado de siempre encabezado por el inefable santafecino (“moral o inmoral, necesitamos plata”, declaró a la prensa el jefe de la banda kirchnerista de la Cámara de Diputados) cumpla con su triste alineamiento, que dejará las huellas de la indignidad no sólo para los legisladores, sino para la historia. Cada uno de ellos en algún momento tendrá que contestar la pregunta de sus hijos: “Papá, ¿vos también fuiste ladrón y lavador de dinero?...” y, eventualmente, deberá volver a mostrar su cara, sin fueros que le den inmunidad temporal por cualquier delito, como hombre común en su vida cotidiana, en su club, en su trabajo, ante sus amigos. Y ante la justicia.

Es bueno mirar, sin embargo, el lado positivo. Éste es el acercamiento progresivo que la decadencia y la inmoralidad están generando en la acción democrática y republicana de los legisladores que no integran la majada oficialista. Radicales, Cívicos y Pros han manifestado claramente su indignación y su resistencia, una vez más, como lo hicieron al dar la pelea contra la Resolución 125, contra la patética estatización de Aerolíneas y contra la confiscación de los ahorros previsionales. Habría que estar atentos ahora a la actitud de los otrora honestos e incorruptibles socialistas, a los que la peste “K” logró contagiar en la última batalla sumándola a sus huestes.

Radicales, cívicos y Pro están edificando los cimientos de una alternativa democrática y republicana de amplia base. Ellos representan el espetro de la opinión moderna de la Argentina del futuro. No interesa tanto si terminan confluyendo o no en un acuerdo electoral en 2009. Importa que trabajen juntos por objetivos comunes, que es lo que los argentinos de bien esperamos de ellos. Importa que puedan resistir las presiones, tentaciones, deformaciones y corrupciones que componen el arsenal con que el aberrante régimen “K” utiliza para su empeñado de destrozar la institucionalidad argentina. Que la vergonzosa y triste experiencia del socialismo en la última batalla, que hubiera hecho revolvese de vergüenza a Juan B. Justo o Alfredo Palacios, no se repita y vuelvan al cauce ético de la democracia, los derechos de las personas y el estado de derecho. Que la saludable reacción de los legisladores peronistas que prefieren dejar la asociación ilícita para comenzar a reconstruir su partido en el marco de la legalidad se afiance.

Si la contracara del “mega-lava-ducto” es producir esa reconstrucción de la Argentina constitucional, pues entonces la indignación habrá tenido un atenuante, a la espera que, terminada la pesadilla, la banda esté de una vez por todas donde tiene que estar: detrás de las rejas. Las pruebas tendrán carácter de instrumentos públicos. La Escribanía del Congreso habrá servido para dejar constancia, para cuando sea oportuno, del papel que le cupo a cada uno.

Ricardo Lafferriere

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