Del ridículo no se vuelve, dice el viejo refrán cuya autoría –como tantas cosas en la Argentina- se atribuye falsamente a Perón. Un amigo que sufre la Argentina de estos tiempos, por su parte, suele decir: “Estos pasan un badén y creen que están bajando de la Sierra Maestra...”
Por cierto, la impronta épica del kirchnerismo lo lleva a los lugares más insólitos, como Néstor en la selva colombiana formando parte de un operativo internacional para liberar un niño ... que se encontraba desde hacía años en un hogar sustituto, en Bogotá, o Cristina disfrazándose de guerrillera top, con la elegante boina de diseño lucida en –como no...- la eterna París de la “izquierda champagne” para pedir, ¡no a las FARC sino a Uribe! la apertura de conversaciones con el grupo guerrillero para obtener la liberación de Ingrid Betancourt. Que, dicho sea al pasar, fue liberada días después por un impecable operativo militar del Ejército Nacional de Colombia que dejó en ridículo a las temibles formaciones guerrilleras.
Es lindo contar con un buen documento de identidad. De ahí a otorgarle al nuevo diseño de los DNI la característica de una conquista revolucionaria que amerite la repetición hasta el cansancio del discurso ¡presidencial! que lo anuncia, no sólo es ridículo: es haber perdido todo criterio de distinción entre lo prioritario y lo accesorio, entre lo imprescindible y lo simbólico, entre las personas de carne y hueso –con su espíritu, sufrimiento, hambre, inseguridad, dignidad- y los papeles.
Los compatriotas que duermen en la calle agregarán otro bien invalorable al fútbol gratis que ven por las vidrieras de los bares –aunque su mirada se les desvíe hacia los platos con comida de quienes están adentro-. Seguirán con hambre, desamparo y miedo. Pero ahora tendrán un DNI hecho totalmente por el Estado.
Ver y escuchar a Cristina –una vez, y otra, y otra....- anunciando por la televisión en propaganda oficial el nuevo DNI con la voz afectada y convicción impostada, deja la sensación de que su lenguaje visual estuviera expresando íntimamente otro mensaje. Como si se sintiera proclamando, con todo el fervor revolucionario de una Carta Abierta:
¡Hasta la Victoria Secret! ¡DNI o Muerte... Venceremos!
Ricardo Lafferriere
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