Quien con este escenario no se dé cuenta, es cómplice o
quinta columna. Muy bueno el trabajo opositor conjunto. Los ciudadanos esperan
que se profundice.
En el 2011 había quienes impostaban los "límites"
posibilitando la reelección de Cristina Kirchner. Y todavía se recuerda la nota
de Beatriz Sarlo en La Nación diciendo que no se veían tropas extranjeras en el
país que justificaran juntarse, como si ése fuera el único peligro que amenaza
a una democracia. Ahora vemos las consecuencias.
Si estamos llegando a ésto, es en gran medida por la supina
torpeza y egoísmos de importantes dirigentes opositores en el 2011, peleando
para sacarse medio punto de ventaja uno a otro aunque le regalaran 30 puntos de
diferencia al oficialismo. Y por la soberbia intelectual de algunos
"pensadores progresistas", privilegiando viejos odios en lugar de la
defensa de la democracia y el estado de derecho. Debieran reconocer su error
con humildad.
Ahora no quedan muchas más opciones que retomar las marchas,
empezando con la del 18. Es de esperar que ningún iluminado dirá, como en
setiembre del año pasado, que "hay que tener cuidado, porque va Cecilia
Pando"... como si marchar por la defensa de las libertades tuviera algo
que ver con el proceso o la reivindicación de la violencia de estado.
Escuchamos entonces esa “advertencia” de varios que, por cierto, se apresuraron
a sumarse cuando advirtieron la dimensión del movimiento ciudadano.
Ésta –como las marchas del año pasado- indican, además, la
ceguera de aquellos que sostenían que los ciudadanos no se movilizan por
banderas institucionales, sino sólo por carencias económicas. Las dos
manifestaciones autoconvocadas más grandes de la historia argentina se hicieron
con banderas que nada tenían de “económicas”. Los millones de compatriotas
movilizados en setiembre y noviembre del 2011 reclamaron estado de derecho, fin
de la corrupción, respeto a la constitución, libertad de prensa, independencia
de la justicia. Lo mismo que reclamarán los que se movilicen el 18 de abril.
Debemos comenzar a marchar nuevamente los ciudadanos, para
defender, movidos sólo por nuestra conciencia, la posibilidad de convivir en un
estado de derecho. El 18 será el comienzo.
Pero seguirán muchas más. No por un golpe. Mucho menos
tolerando un autogolpe. Deben ponerse en marcha los remedios previstos por la
propia Constitución Nacional para quienes se alcen contra ella, en este caso su
artículo 53, por todas las causales que configuran el mal desempeño del cargo
de Presidenta de la Nación: el Juicio Político.
Los Diputados reflejarán así la demanda de millones de
compatriotas de todas las fuerzas políticas, peronistas, radicales, PROs,
Cívicos, Socialistas, Liberales e independientes, que han sostenido durante
tres décadas esta democracia y no quieren perderla.
Ricardo Lafferriere
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