Las imágenes del desastre ambiental en la Amazonía ecuatoriana
presentadas en “Periodismo para Todos” del domingo son elocuentes.
Contra lo que pudiera decirse sobre su oportunidad, aunque
se las intente descalificar por panfletarias, el hecho real, el que interesa,
el determinante, es que son ciertas.
Tan ciertas como la situación de Zelmira Campo, la pobladora
de Añelo, en Neuquén, mostrando el agua extraída del subsuelo contaminado, con
la que debe cocinar, bañarse, lavar la ropa y, cuando se le termina el bidón
semanal que recibe, también beber.
Una hija y su marido muertos de cáncer. Sin tener alternativas,
porque su situación económica es evidente que no le permitía el lujo de comprar
el agua potable que necesitaba, que tenía, y que dejó de tener al instalarse el
yacimiento de Loma de la Lata.
Similar situación atraviesa la comunidad mapuche de Campo
Maripe, sobre la formación de Vaca Muerta, descripta por su cacique Juan Albino Campos y
pobladores.
A riesgo de parecer obsesivos, desde esta columna no nos cansaremos
en reclamar la moratoria de nuevos yacimientos de hidrocarburos fósiles. Lo
hemos dicho hasta el cansancio: el mal ejemplo no es ejemplo. No sólo
debiéramos prohibirlo nosotros: debiéramos levantar nuestro reclamo junto a
quienes piden una moratoria global de nuevos yacimientos de petróleo profundo.
No debe importarnos que Estados Unidos y China apunten al “shale”
–oil y gas-; tienen sus motivos, que no compartimos pero que pueden explicar su
apuesta. Unos, por causas geopolíticas y otros, por su industrialización
acelerada, se han lanzado a renovar las extracciones de fósiles.
No es nuestro caso. La Argentina no tiene razones
geopolíticas, ni tampoco una demanda exacerbada por un crecimiento desmedido.
Puede obtener energía limpia de fuentes alternativas renovables. Tanto su
geografía física como humana poseen potencialidades enormes para la energía
solar y la eólica, cuyas tecnologías han madurado en estos últimos años al
punto de ser más económicas que las tradicionales.
Días atrás mencionaba el ejemplo alemán: desde una ubicación
geográfica equivalente a Tierra del Fuego, en una década logró desarrollar un
parque generador solar de 32.000 Mgv/h, más de una Argentina y media. Nuestro
parque generador solar no llega a los 10 (¡diez!) Mgv/h.
Condenar al envenenamiento de compatriotas por obligarlos a
beber agua contaminada, y asociarnos a los contaminadores globales con las mega
- emisiones de CO2 que serán el resultado del petróleo y el gas que
eventualmente se extraiga de Vaca Muerta es inmoral. Señora: ES INMORAL.
Visitó usted a Francisco, renovando su admiración a su
mensaje. No le recordaremos desde acá la prédica de humildad que pidió a los
cristianos y especialmente a los más acomodados. Tal vez sería inútil. Sí
recordaremos los dos conceptos sobre los que inició su apostolado, en su primera
homilía: “tener respeto por todas las
criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.”
Vaca Muerta, para los argentinos, no es otra cosa que
apostar a otra fuente de rentas fáciles, en lugar de a un proyecto nacional integrador,
democratizado, apoyado en tecnologías limpias y en una democracia madura y
participativa.
Señora: hace algunas semanas decíamos que Vaca Muerta es el
equivalente a la política de sojización que ha impulsado su gobierno. “Sólo
soja” es buscar “salvarnos” con la superexplotación de la tierra, Vaca Muerta
es intentar lo mismo del subsuelo, poniendo ese atajo en la cuenta de nuestros
hijos y nietos.
Vaca Muerta es concentración económica, dependencia del gran
capital, vaciamiento de la democracia. Energías alternativas es
descentralización, estímulo a las PYMES productoras de todo el país, potenciación
de una democracia de base productiva y transformadora.
No siga, señora, con esta aventura. Ponga al frente del área
energética un funcionario honesto con capacidad de escuchar y de convocar. Abra
el debate energético a todas las voces, buscando el mejor plan, que contemple
todos los aspectos y no sólo la urgencia para tapar el fracaso de estos años, o
de hacer negocios rápidos con contratos amañados y cláusulas reservadas, porque
hasta a él le da vergüenza que se conozcan.
No es necesario inventar la pólvora de nuevo. Fuentes
primarias renovables y diversificadas, estímulo a la reconversión industrial
hacia equipamiento “verde”, redes de distribución inteligentes, educación para
el consumo austero y racional, respaldo a la reconversión del transporte,
público y privado, hacia energías renovables comenzando por los híbridos.
Y
asociación en el esfuerzo de decenas de miles de nuevos empresarios energéticos
que generen en sus hogares y vendan a la red, con sus paneles solares, con sus
turbinas eólicas, con sus plantas familiares de bio-gas y procesamiento de
residuos, energía de orígenes multiplicados, aprovechando la maravillosa
dimensión continental del territorio argentino.
Así lo ha hecho Alemania. Así lo está haciendo Dinamarca,
España, Francia. Así lo acaba de comenzar Chile, con una ley que es de
avanzada, que habilita a los usuarios a vender energía a la red, sin
condenarlos a ser consumidores pasivos de las grandes generadoras.
Olvídese, señora, de Vaca Muerta. Ábrale un pequeño espacio
en su pensamiento a Zelmira Campo, su compatriota neuquina que ha perdido a su
esposo y a su hija muertos por el cáncer, que también ya la alcanzó a ella. Y a
sus compatriotas de los pueblos originarios.
El de Vaca Muerta es un camino que nos va a terminar matando
a todos.
Ricardo Lafferriere
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