jueves, 14 de agosto de 2014

Lo que viene y lo que vendrá


Está ya meridianamente claro, a esta altura, lo que ocurrirá en el país en el próximo año y medio. Seguir hablando de eso es casi masoquista, sabiendo que nada tiene remedio. Inexorablemente, seguiremos cayendo en la calidad de la convivencia, el estancamiento económico, el aislamiento internacional y la degradación de nuestro respeto recíproco como compatriotas.

Vale más entonces comenzar a pensar en lo que vendrá cuando termine esta pesadilla y el país retome su rumbo. En esa nueva marcha también está más o menos claro que, recuperada la seguridad jurídica, el país puede esperar un empuje de recuperación, porque ante las ruinas que quedarán, todo estará por hacerse: ferrocarriles, autopistas, comunicaciones de nueva generación, puertos, energías renovables, viviendas, urbanizaciones, transporte público, seguridad. Sólo será necesario aflojar las riendas, establecer las reglas de juego discutidas en el Congreso y alejadas de la discrecionalidad de los funcionarios y los argentinos nos pondremos en marcha nuevamente, como ha pasado tantas veces.

Nos encontraremos en un escenario global con conflictos, pero también lanzado a su reformulación total. Veremos la erradicación paulatina e inexorable de los hidrocarburos fósiles, sacados del mercado por la reducción sistemática y también inexorable del costo de las energías renovables. Llegará pronto  la posibilidad de convertir a cada hogar en una pequeña usina, comenzando la conformación de la “Internet de la energía”, que ya genera el 40 % del potencial energético renovable en Alemania, se extiende en EEUU y Europa y está dando sus primeros pasos en Chile. Llegará al margen de las decisiones del “escenario”, tomadas por los viejos razonamientos de las grandes usinas térmicas, el petróleo viejo y nuevo, las grandes concentraciones de capital y el “establishment” público-privado del lobby petrolero.

La Internet se habrá extendido ya al nivel de servicio universal y las ciudades con “libre WIFI” se extenderán y mejorarán el servicio, sirviendo de plataforma a una nueva generación de empresarios, jóvenes y dinámicos, creando aplicaciones y servicios sobre la red que se constituirán en el nuevo entramado económico de las clases medias en la sociedad que viene.

La red apoyada en el impulso que significará la incorporación de la tecnología “4G”y posteriores, optimizadoras del espectro radioeléctrico, permitirá reformular toda la vida cotidiana al ser masivamente utilizada por artefactos inteligentes de la vida hogareña (la “Internet de las cosas”), diseñados para optimizar el uso energético, el ahorro de agua potable y la comodidad hogareña.

Estas aplicaciones atravesarán clases sociales, como lo hizo el teléfono celular, la TV por cable y las nuevas pantallas de TV, facilitando la movilidad y la inclusión a compatriotas que parecen hoy condenados a la pobreza persistente. 

Cada vez más oferta gratuita o de bajo costo utilizando Internet serán herramientas de inclusión cultural, productiva y de entretenimientos de millones de compatriotas. Alcanza con observar el servicio de “Netflix” (www.netflix.com) con ilimitada oferta audiovisual, o Spotify (www.spotify.com) con oferta universal de música gratuita, primeros pasos de una tendencia irreversible, para asumir la potencia del nuevo paradigma.

La educación será cada vez más una “comodity”, también utilizando la red. Conocimientos y especialidades diversas llegarán a las personas comunes sin los rigurosos formulismos de la antigua educación formal, y conocimientos de nivel superior estarán al alcance de quienes deseen acceder a ellos. No es una utopía. Ya se ven los primeros pasos en la educación a distancia, que comenzó replicando la enseñanza curricular formal y que ha avanzado hacia revolucionarias plataformas de educación permanente. Alcanza con visitar www.coursera.com para advertir la potencialidad de este fenómeno. 

La pobreza serán cada vez menos obstáculo para quienes tengan vocación y ganas de superación intelectual, laboral, empresaria, científica o artística.

La economía avanzará en una transición sistémica a tono con la transformación global. En el “escenario” será necesario encargarse de la funesta herencia provocada por la incapacidad de gestión de estos años, pero los ciudadanos encontrarán el camino para encontrar su “nicho” acelerando la adecuación del país a las nuevas formas de producción, distribución y consumo y aprendiendo a concebir al mercado global, también asentado en la red, como una posibilidad al alcance de la iniciativa de cada uno.

La vuelta a la civilización permitirá facilitar la imbricación con las redes globales de pago, sin las cuales cualquier intento microempresarial o emprendedor se convierte en una utopía. Libros, programas, aplicaciones y novedades tecnológicas de punta de circulación universal volverán a servir de herramientas para los argentinos con vocación de progreso. 

La ya clásica herramienta de pago en red para pequeños emprendedores (www.paypal.com), y las distribuidoras editoriales globales Amazon (www.amazon.com), Itunes  (www.itunes.com) o similares podrán ser emuladas desde el país con la oferta bibliográfica en español, sin las toscas reglamentaciones o impedimentos para envíos de pagos, de textos por correo o por dificultades burocráticas.

Se vincularán las redes de salud del país con los nuevos conocimientos y tecnologías médicas, en tiempo real. La gran capacidad biotecnológica del país podrá acceder sin trabas burocráticas al conocimiento cooperativo de universidades y empresas pioneras en el mundo, y será también el mundo el espacio natural de crecimiento de la oferta desarrollada en el país.

La tecnología se incorporará sin pausas al Estado, haciéndolo más transparente y amigable a los ciudadanos. Los trámites “on-line”, la gestión de expedientes desde el hogar, el control de ejecución presupuestaria, la utilización del “big-data” o recuperación de información masiva en tiempo real para verificar tendencias y prever problemas, serán una realidad cotidiana. En diversos organismos públicos nacionales, provinciales y locales se avanza en esta tendencia.

La revolución tecnológica llegará a los hogares de todo el país. Fenómenos altamente dinamizadores, como la “Fab-Lab” (o “Laboratorios-fábricas”), ya conocidos como “Investigación y Desarrollo para el pueblo” facilitarán el nacimiento de empresas de tecnología en todas las regiones del país. La idea de los “Fab-Lab”, iniciada hace pocos años en el MIT (EEUU) se ha extendido al punto de contar con más un centenar en todo el mundo, de los cuales hay ya varios en la Capital Federal (https://www.facebook.com/FabLabBuenosAires ). Se trata de talleres cooperativos, con respaldo estatal pero activados por interesados privados, cuentan con equipamiento de máquinas herramientas de última generación en láser, impresoras 3D, cortadoras de precisión y poderoso equipamiento informático, y está al alcance de los emprendedores, tecnológos y empresarios innovadores.

La protección ambiental estará motorizada por un interés ciudadano crecientemente potente, que impondrá una nueva actitud pública hacia el problema. Saldrá a la luz la necesidad de una nueva relación de los seres humanos con el planeta, que vive en innumerables iniciativas ciudadanas hoy opacadas por una convivencia atravesada por el drama de la violencia cotidiana. 

Los ecosistemas naturales, los humedales, las especies en peligro, los glaciares, los bosques, los recursos no renovables, la protección del aire y del agua, serán capítulos que nuevamente recuperen la importancia que tienen en el debate público, el interés periodístico y la atención estatal.

Podríamos seguir, y seguir, y seguir. Es la agenda que viene, que atraviesa la tecnología y el arte, la ciencia y la producción, el ambiente y la promoción social. Está apoyada en la palabra que se impone: cooperación. Y tiene alergia a la palabra que erradicaremos de nuestra convivencia: confrontación.

Falta poco. Sólo que termine la pesadilla y despertemos.


Ricardo Lafferriere

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