Está ya meridianamente claro, a esta altura, lo que ocurrirá
en el país en el próximo año y medio. Seguir hablando de eso es casi
masoquista, sabiendo que nada tiene remedio. Inexorablemente, seguiremos
cayendo en la calidad de la convivencia, el estancamiento económico, el
aislamiento internacional y la degradación de nuestro respeto recíproco como
compatriotas.
Vale más entonces comenzar a pensar en lo que vendrá cuando
termine esta pesadilla y el país retome su rumbo. En esa nueva marcha también
está más o menos claro que, recuperada la seguridad jurídica, el país puede
esperar un empuje de recuperación, porque ante las ruinas que quedarán, todo
estará por hacerse: ferrocarriles, autopistas, comunicaciones de nueva
generación, puertos, energías renovables, viviendas, urbanizaciones, transporte
público, seguridad. Sólo será necesario aflojar las riendas, establecer las
reglas de juego discutidas en el Congreso y alejadas de la discrecionalidad de
los funcionarios y los argentinos nos pondremos en marcha nuevamente, como ha
pasado tantas veces.
Nos encontraremos en un escenario global con conflictos,
pero también lanzado a su reformulación total. Veremos la erradicación
paulatina e inexorable de los hidrocarburos fósiles, sacados del mercado por la
reducción sistemática y también inexorable del costo de las energías
renovables. Llegará pronto la
posibilidad de convertir a cada hogar en una pequeña usina, comenzando la
conformación de la “Internet de la energía”, que ya genera el 40 % del
potencial energético renovable en Alemania, se extiende en EEUU y Europa y está
dando sus primeros pasos en Chile. Llegará al margen de las decisiones del
“escenario”, tomadas por los viejos razonamientos de las grandes usinas
térmicas, el petróleo viejo y nuevo, las grandes concentraciones de capital y
el “establishment” público-privado del lobby petrolero.
La Internet se habrá extendido ya al nivel de servicio
universal y las ciudades con “libre WIFI” se extenderán y mejorarán el
servicio, sirviendo de plataforma a una nueva generación de empresarios,
jóvenes y dinámicos, creando aplicaciones y servicios sobre la red que se
constituirán en el nuevo entramado económico de las clases medias en la
sociedad que viene.
La red apoyada en el impulso que significará la
incorporación de la tecnología “4G”y posteriores, optimizadoras del espectro
radioeléctrico, permitirá reformular toda la vida cotidiana al ser masivamente
utilizada por artefactos inteligentes de la vida hogareña (la “Internet de las
cosas”), diseñados para optimizar el uso energético, el ahorro de agua potable
y la comodidad hogareña.
Estas aplicaciones atravesarán clases sociales, como lo hizo
el teléfono celular, la TV por cable y las nuevas pantallas de TV, facilitando
la movilidad y la inclusión a compatriotas que parecen hoy condenados a la
pobreza persistente.
Cada vez más oferta gratuita o de bajo costo utilizando
Internet serán herramientas de inclusión cultural, productiva y de
entretenimientos de millones de compatriotas. Alcanza con observar el servicio
de “Netflix” (www.netflix.com) con
ilimitada oferta audiovisual, o Spotify (www.spotify.com)
con oferta universal de música gratuita, primeros pasos de una tendencia
irreversible, para asumir la potencia del nuevo paradigma.
La educación será cada vez más una “comodity”, también
utilizando la red. Conocimientos y especialidades diversas llegarán a las
personas comunes sin los rigurosos formulismos de la antigua educación formal,
y conocimientos de nivel superior estarán al alcance de quienes deseen acceder
a ellos. No es una utopía. Ya se ven los primeros pasos en la educación a
distancia, que comenzó replicando la enseñanza curricular formal y que ha avanzado
hacia revolucionarias plataformas de educación permanente. Alcanza con visitar www.coursera.com para advertir la
potencialidad de este fenómeno.
La pobreza serán cada vez menos obstáculo para
quienes tengan vocación y ganas de superación intelectual, laboral, empresaria,
científica o artística.
La economía avanzará en una transición sistémica a tono con
la transformación global. En el “escenario” será necesario encargarse de la
funesta herencia provocada por la incapacidad de gestión de estos años, pero
los ciudadanos encontrarán el camino para encontrar su “nicho” acelerando la
adecuación del país a las nuevas formas de producción, distribución y consumo y
aprendiendo a concebir al mercado global, también asentado en la red, como una
posibilidad al alcance de la iniciativa de cada uno.
La vuelta a la civilización permitirá facilitar la
imbricación con las redes globales de pago, sin las cuales cualquier intento
microempresarial o emprendedor se convierte en una utopía. Libros, programas,
aplicaciones y novedades tecnológicas de punta de circulación universal
volverán a servir de herramientas para los argentinos con vocación de progreso.
La ya clásica herramienta de pago en red para pequeños emprendedores (www.paypal.com), y las distribuidoras
editoriales globales Amazon (www.amazon.com),
Itunes (www.itunes.com)
o similares podrán ser emuladas desde el país con la oferta bibliográfica en
español, sin las toscas reglamentaciones o impedimentos para envíos de pagos,
de textos por correo o por dificultades burocráticas.
Se vincularán las redes de salud del país con los nuevos
conocimientos y tecnologías médicas, en tiempo real. La gran capacidad
biotecnológica del país podrá acceder sin trabas burocráticas al conocimiento
cooperativo de universidades y empresas pioneras en el mundo, y será también el
mundo el espacio natural de crecimiento de la oferta desarrollada en el país.
La tecnología se incorporará sin pausas al Estado,
haciéndolo más transparente y amigable a los ciudadanos. Los trámites
“on-line”, la gestión de expedientes desde el hogar, el control de ejecución
presupuestaria, la utilización del “big-data” o recuperación de información
masiva en tiempo real para verificar tendencias y prever problemas, serán una
realidad cotidiana. En diversos organismos públicos nacionales, provinciales y
locales se avanza en esta tendencia.
La revolución tecnológica llegará a los hogares de todo el
país. Fenómenos altamente dinamizadores, como la “Fab-Lab” (o
“Laboratorios-fábricas”), ya conocidos como “Investigación y Desarrollo para el
pueblo” facilitarán el nacimiento de empresas de tecnología en todas las
regiones del país. La idea de los “Fab-Lab”, iniciada hace pocos años en el MIT
(EEUU) se ha extendido al punto de contar con más un centenar en todo el mundo,
de los cuales hay ya varios en la Capital Federal (https://www.facebook.com/FabLabBuenosAires
). Se trata de talleres cooperativos, con respaldo estatal pero activados por interesados
privados, cuentan con equipamiento de máquinas herramientas de última
generación en láser, impresoras 3D, cortadoras de precisión y poderoso
equipamiento informático, y está al alcance de los emprendedores, tecnológos y empresarios
innovadores.
La protección ambiental estará motorizada por un interés
ciudadano crecientemente potente, que impondrá una nueva actitud pública hacia
el problema. Saldrá a la luz la necesidad de una nueva relación de los seres
humanos con el planeta, que vive en innumerables iniciativas ciudadanas hoy
opacadas por una convivencia atravesada por el drama de la violencia cotidiana.
Los ecosistemas naturales, los humedales, las especies en peligro, los
glaciares, los bosques, los recursos no renovables, la protección del aire y
del agua, serán capítulos que nuevamente recuperen la importancia que tienen en
el debate público, el interés periodístico y la atención estatal.
Podríamos seguir, y seguir, y seguir. Es la agenda que
viene, que atraviesa la tecnología y el arte, la ciencia y la producción, el
ambiente y la promoción social. Está apoyada en la palabra que se impone:
cooperación. Y tiene alergia a la palabra que erradicaremos de nuestra
convivencia: confrontación.
Falta poco. Sólo que termine la pesadilla y despertemos.
Ricardo Lafferriere