Como todos los famosos, Perón tenía –o se le atribuye- una
singular capacidad de fabricación de frases. También como a todos, muchas le
son atribuidas sin que jamás hubieran estado en sus labios.
Pero la que encabeza esta nota, ha atravesado los distintos
anecdotarios sin desmentidas. Hace referencia a las divisiones, a veces
profundas, que han existido en la historia y en el propio peronismo. Derechas,
izquierdas, liberales, nacionalistas, católicos, judíos… “¿y los peronistas, mi
General”, le habría preguntado un interlocutor, recibiendo la ingeniosa
respuesta del líder: “ah, no…peronistas somos todos…”
Esa vocación de absorción es una de las características del
peronismo que ha permanecido incólume, simbolizando tanto la actitud oportunista
de muchos argentinos ante el poder, como la incomprensión –discriminatoria,
seguramente sin advertirlo- de los peronistas sobre quienes no comparten su
alineamiento.
Ahora es “un Papa peronista”… atribuyéndole tal pertenencia
por las buenas relaciones que Bergoglio ha tenido con dirigentes gremiales y
políticos del partido de Perón.
Nunca hemos visto su ficha de afiliación. Tampoco está su
nombre en el padrón del peronismo metropolitano, al que correspondería
pertenecer por su domicilio. Su buena relación con los dirigentes peronistas se
espeja en similares relaciones que ha mantenido durante su misión pastoral con
todo el abanico político local, desde Elisa Carrió y Ricardo Alfonsín hasta
Gabriela Michetti y Santiago de Estrada. A ninguno de ellos se le hubiera
ocurrido sugerir una pertenencia del papa a la CC, el radicalismo o el PRO,
aunque más no sea por un principio elemental de respeto. Y de pudor.
En realidad, nadie puede afirmar si Bergoglio se sintió
alguna vez peronista –ya que, como se sabe, “el peronismo es un sentimiento”, y
salvo su devoción por los pobres y por su apostolado, y en todo caso su pasión
por San Lorenzo, no se le conoce otra pasión-.
Lo que sí parece claro es que jamás se sintió kirchnerista.
Y que el kirchnerismo, esa versión del peronismo antiperonista que refleja el
viejo anhelo entrista de la izquierda alérgica a la traspiración, el barro y la miseria, tampoco parece muy interesado en
contarlo entre sus filas.
Por nuestra parte, preferimos considerarlo un Papa
universal, cosmopolita, ubicado por encima de mezquindades y avivadas, de nacionalismos
patéticos y de partidismos sectarios. Un Papa que reflejará lo mejor –y no lo
peor…- de una Argentina contradictoria que lo formó y lo cobijó. No de la que en momentos en que más necesitaba
solidaridad, respaldo y apoyo, lo agredió.
Ricardo Lafferriere
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