sábado, 16 de marzo de 2013

“Ah, no… peronistas somos todos…”


Como todos los famosos, Perón tenía –o se le atribuye- una singular capacidad de fabricación de frases. También como a todos, muchas le son atribuidas sin que jamás hubieran estado en sus labios.

Pero la que encabeza esta nota, ha atravesado los distintos anecdotarios sin desmentidas. Hace referencia a las divisiones, a veces profundas, que han existido en la historia y en el propio peronismo. Derechas, izquierdas, liberales, nacionalistas, católicos, judíos… “¿y los peronistas, mi General”, le habría preguntado un interlocutor, recibiendo la ingeniosa respuesta del líder: “ah, no…peronistas somos todos…”

Esa vocación de absorción es una de las características del peronismo que ha permanecido incólume, simbolizando tanto la actitud oportunista de muchos argentinos ante el poder, como la incomprensión –discriminatoria, seguramente sin advertirlo- de los peronistas sobre quienes no comparten su alineamiento.

Ahora es “un Papa peronista”… atribuyéndole tal pertenencia por las buenas relaciones que Bergoglio ha tenido con dirigentes gremiales y políticos del partido de Perón.

Nunca hemos visto su ficha de afiliación. Tampoco está su nombre en el padrón del peronismo metropolitano, al que correspondería pertenecer por su domicilio. Su buena relación con los dirigentes peronistas se espeja en similares relaciones que ha mantenido durante su misión pastoral con todo el abanico político local, desde Elisa Carrió y Ricardo Alfonsín hasta Gabriela Michetti y Santiago de Estrada. A ninguno de ellos se le hubiera ocurrido sugerir una pertenencia del papa a la CC, el radicalismo o el PRO, aunque más no sea por un principio elemental de respeto. Y de pudor.

En realidad, nadie puede afirmar si Bergoglio se sintió alguna vez peronista –ya que, como se sabe, “el peronismo es un sentimiento”, y salvo su devoción por los pobres y por su apostolado, y en todo caso su pasión por San Lorenzo, no se le conoce otra pasión-.

Lo que sí parece claro es que jamás se sintió kirchnerista. Y que el kirchnerismo, esa versión del peronismo antiperonista que refleja el viejo anhelo entrista de la izquierda alérgica a la traspiración, el barro  y la miseria, tampoco parece muy interesado en contarlo entre sus filas.

Por nuestra parte, preferimos considerarlo un Papa universal, cosmopolita, ubicado por encima de mezquindades y avivadas, de nacionalismos patéticos y de partidismos sectarios. Un Papa que reflejará lo mejor –y no lo peor…- de una Argentina contradictoria que lo formó y lo cobijó.  No de la que en momentos en que más necesitaba solidaridad, respaldo y apoyo, lo agredió.


Ricardo Lafferriere

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