viernes, 15 de marzo de 2013

La gran infamia



                “Bergoglio fue un represor, entregador de curas”.

                “I am sorry for you…”, fue el extraño post recibido por mi esposa en su sitio de Facebook, de parte de una amiga norteamericana, pocas horas después de la designación del nuevo Papa.

                No entendimos el mensaje, y ante nuestro pedido de aclaración, nos contestó de inmediato que al comienzo se había alegrado, pero que esa alegría se había transformado en tristeza cuando leyó las noticias sobre los antecedentes del Papa designado, como “cómplice de los genocidas”.

Ante nuestra inmediata –y casi indignada- aclaración, se disculpó de aclarándonos que su post había sido motivado por la identificación y compromiso que ella sabía que nosotros profesamos con los derechos humanos y los principios democráticos.

                Pocos medios en el mundo fueron indemnes a la rápida y aleve campaña que las usinas comunicacionales kirchneristas desataron esas horas inmediatas al nombramiento del Cardenal Bergoglio para ocupar la silla papal.

                Por supuesto, las mentiras tienen patas cortas y las notas posteriores no mencionarían más el exabrupto. Las rápidas reacciones de personalidades indiscutidas en su compromiso con la defensa de los derechos humanos, entre otros Horacio Pérez Esquivel, Graciela Fernández Meijide y Alicia Oliveira fueron los antídotos del veneno.

                Bergoglio jamás tuvo actuación cómplice con la represión. Agregaría: tampoco con los que provocaron la sangrienta reacción dictatorial con sus actos y prédicas previas a la dictadura. Tal vez eso es lo que saca de quicio al actual oficialismo. O tal vez su negación a silenciar su voz cuando creyó oportuno señalar el daño que la intolerancia, los desbordes de poder, la utilización clientelar de la pobreza y el desmantelamiento institucional estaban produciendo en la convivencia nacional.

                Las cosas están claras, pero el daño fue hecho. La gran infamia de las usinas kirchneristas aprovecharon un momento de extrema sensibilidad informativa para impregnar con su prédica sectaria un momento de regocijo general de los argentinos.

                Pero también sirvió para que el mundo observara en directo, en un tema de trascendencia universal, lo que tenemos que sufrir los argentinos cotidianamente en las pequeñas cosas de nuestro pago chico.

Ricardo Lafferriere

No hay comentarios: